Lecciones y recomendaciones para nuevas subastas de energía en Colombia

  • En febrero de 2019 se realizaron dos subastas de energía, en la de cargo por confiabilidad se adjudicaron 1.389 MW de energías renovables no convencionales, un hito para Colombia. Sin embargo, la subasta de contratos a largo plazo para la incorporación de las energías renovables no convencionales en Colombia no pudo ser adjudicada. El gobierno anunció que se haría una nueva subasta antes de terminar el primer semestre del año.

18 de abril de 2019.   Sobre las lecciones aprendidas de la fallida subasta, Julián Zuluaga, de la Oficina de Asuntos Regulatorios y Empresariales del Ministerio de Minas y Energía, expresó que se deben revisar los criterios de Calificación, para verificar que cumplan con los objetivos propuestos.

Sobre los criterios de Competencia, reconoció el funcionario que eran muy restrictivos, por lo que se deben revisar y ajustar. “Seguiremos pensando en una asignación en condiciones competitivas, pero los criterios se aplicarán teniendo en cuenta los participantes y la porción del mercado que representa la asignación”, dijo Zuluaga.

Acerca de las Garantías, señaló que se revisarán los esquemas, tasando nuevamente los riesgos que cubren y ajustando, si se requiere, el valor de las mismas. Finalmente, sobre la participación de la Demanda, dijo que se establecerán mecanismos que permitan una participación más activa de la demanda y que la lleven a conocer mejor el mecanismo y la utilidad del mismo para su negocio y su mercado de usuarios.

Por su parte, José Antonio Vargas Lleras, presidente del WEC-Colombia, reconoció los enormes esfuerzos que ha hecho el gobierno para impulsar las nuevas tecnologías y estructurar la subasta. “Entendemos que en esta primera subasta se intentó recoger la opinión de muchísimos agentes, incluyendo reguladores, expertos internacionales, académicos y empresas; esto pudo conducir a diseñar una subasta con la que todo el mundo se sentía cómodo, aunque reconozco que no muy optimista. Mucho me temo que caímos en el viejo adagio que dice que lo mejor es enemigo de lo bueno.”

Sobre los elementos a incorporar en la nueva subasta, para hacerla más atractiva e incentivar la participación masiva de los distintos agentes, y los elementos a retirar por no ser de la esencia misma del instrumento y que puedan impedir su exitosa culminación; el dirigente hizo las siguientes recomendaciones:

Primero. Lo más importante es preguntarse qué queremos como país, y fijarnos como lo ha hecho la gran mayoría de países en donde las energías renovables no convencionales se han desarrollado con éxito, una meta, un objetivo claro de política pública que dé las señales correctas a los agentes y la confianza en que sus decisiones se basan en una política estable y de largo plazo.

Segundo. La subasta de contratos de largo plazo es fundamental para permitir el cierre financiero de los proyectos renovables, en particular de aquellos que recibieron obligaciones de energía firme en la subasta de cargo por confiabilidad. Dicho de otro modo, con el sólo cargo no se garantizará la viabilidad de los proyectos ya que es un porcentaje mínimo de sus ingresos y debemos recordar que la demanda no regulada en Colombia es apenas del 30%, lo cual es necesario incorporar de alguna manera a la demanda regulada pues es muy difícil que a través sólo del cargo se hagan los proyectos.

 Tercero. La subasta debe buscar la eficiencia del mercado, maximizando las cantidades y minimizando los costos. A la luz de la experiencia internacional, es positivo que la subasta sea en sobre cerrado y que se haga bajo el mecanismo pay as bid. El traslado ciento por ciento a la tarifa es fundamental y es una ventaja que debe aclararse para lograr que el distribuidor pueda trasladarlo durante todo el año. Adicionalmente, y con este propósito, podrían analizarse mejoras en lo relacionado con el producto y también podrían organizarse bloques horarios.

 Cuarto. Sería bueno reflexionar sobre los indicadores de competencia para asegurarse de que estos identifiquen la eficiencia en la formación de precios y eviten que solo se mida el nivel de concentración al cierre del proceso; es decir, hacer una evaluación a priori no a posteriori de la subasta. Por ejemplo, se podría establecer una condición similar a la que se aplica en contratos donde se asigne energía a la oferta de menor precio. Sería algo sencillo y permitiría eliminar los demás indicadores.

 Quinto. Para animar a participar tanto a la oferta como a la demanda, se pudiera pensar en aumentar los plazos de contratación a 15 años, otorgar por lo menos dos meses entre la convocatoria y la ejecutoria de la subasta, para que los agentes puedan prepararse y permitir también con prudente anticipación que los compradores puedan saber quiénes son los oferentes precalificados. En todo caso, la demanda que participe debe tener cobertura del 100% de los costos incluyendo las garantías. Sexto. Creemos importante que la subasta de largo plazo sea sólo para proyectos nuevos y valdría la pena también reflexionar sobre la ponderación de los criterios de calificación, ya que fueron estos los responsables de que 2/3 partes de los proyectos presentados no calificaran. Por último, pensamos que el Gobierno pudiera ser más ambicioso en términos de la energía que llegaría a

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