Colombia: 50.000 vehículos es el potencial del GNV en transporte de carga

Luego del éxito en el remplazo de la flota diésel por GNV del transporte público de pasajeros, especialmente en Bogotá, el país se apresta a una revolución en el parque automotor de carga.

Por: MARTÍN ROSAS

1 de agosto de 2022.   El parque automotor de carga en Colombia está en mora de reposición. Por eso, las empresas del sector ven un enorme potencial, y el gas natural vehicular (GNV) será el principal protagonista.

Así lo visualiza John Ladino, director del Mercado de Movilidad de Vanti, quien estima el mercado de reposición de carga en cerca de 50.000 unidades, entre camiones pequeños, medianos y tractocamiones.

Y es que el sector de carga ha venido atravesando en los últimos años por una serie de crisis que han retrasado en unos ocho años el programa de chatarrización. Primero fue la crisis de precios del petróleo de 2014-2017, luego vino la pandemia de la Covid-19, después la crisis logística de los contenedores y ahora una posible recesión.

Por eso, el recambio del parque automotor de carga está represado y, en la reposición de equipos, el GNV es la tecnología que se vislumbra como la mejor opción por razones tanto económicas como técnicas y ambientales.

Desde el punto de vista ambiental, según estudios de la Universidad de Los Andes, frente al diésel, los vehículos a gas reducen en un 99% el material particulado, el más peligroso para la salud; en un 43% el CO2, y en un 75% los óxidos de nitrógeno, que son gases de efecto invernadero.

En cuanto al tema económico, se estima que un vehículo eléctrico cuesta un 50% más que uno a gas, lo cual lo hace inviable para competir en tarifas de fletes, con el agravante que por la topografía del país y el estado de las carreteras los vehículos eléctricos tendrían una corta vida útil, además de que no existe una red nacional de carga; mientras que los vehículos a gas ya han sido probados en las vías nacionales.

Para facilitar la reposición de los vehículos de carga —que Ladino estima en unas 12.000 unidades en los próximos cinco años—, el sector del gas se unió para crear un Fondo de Financiación, que estará dirigido especialmente a los pequeños propietarios, que representan el 80% del parque automotor de carga, transportadores que tienen entre uno y siete vehículos. La única condición es que el camión nuevo sea dedicado a gas, para cumplir con las exigencias en materia ambiental.

A este plan se sumaría la reposición de flotas de carga empresariales, pues las organizaciones han venido incorporando el componente ambiental como parte de sus programas de responsabilidad social empresarial, para mitigar la huella de carbono en sus operaciones.

Así pues, siguiendo el ejemplo del transporte público de pasajeros, ahora se viene el turno para la reposición del transporte de carga.

Balance de Transmilenio

La operación del transporte masivo de pasajeros en Bogotá cuenta hoy 1.796 buses dedicados a gas (GNVC), entre biarticulados de 27 metros y 250 pasajeros de capacidad; articulados de 18 metros y 160 pasajeros, y padrones de 12 metros y 80 pasajeros. Además, en los próximos 90 días entrarán 345 buses más de 9 metros y 50 pasajeros de capacidad, para un total de 2.141 vehículos, sin duda, la flota a GNV más grande América Latina.

El grueso de este proceso de reposición de equipos diésel se ha hecho en los últimos cuatro años, que se refleja en las cifras: en 2018 los buses a GNV de Transmilenio consumían 300.000 metros cúbicos de gas al mes; a junio de 2022, consumían 8,3 millones de metros cúbicos al mes, y al final de año llegarán a 10 millones de metros cúbicos, por lo que este segmento represente hoy el 37% de las ventas de GNV de Vanti.

Para atender la flota, Vanti construyó en los patios del sistema 12 megaestaciones de carga a lo largo y ancho de la capital, como Usme, Tunal, Puente de Guadua, Autonorte, Suba y Bosa, entre otras. “Esto garantiza que cualquier bus pueda cargar sus cilindros y tenga la autonomía suficiente para cumplir los recorridos, además de una gran eficiencia, pues el repostaje tarda solo 7 minutos por vehículo”, señala Ladino.

Competitividad y mejora ambiental

Como es reconocido en el mundo, el gas natural es el combustible de la transición energética, y el GNV en el transporte público de pasajeros así lo corrobora. Además de los beneficios ambientales ya anotados, los costos de operación de un bus a gas frente a uno diésel se reducen en cerca del 26%.

“Es un ahorro que hacen la ciudad y los operadores por haber migrado a vehículos de GNV y mas ahora cuando los combustibles líquidos tienen una proyección de ajuste de tarifa al alza”, comenta Ladino.

Además de los 345 buses adicionales que entran en operación este año, se estima que hasta 2029 deben entrar 6.000 vehículos nuevos de Transmilenio, bien por cumplir su vida útil o para atender las nuevas troncales de la Avenida 68 y la Carrera Séptima.

Si bien en las nuevas licitaciones no se excluye ninguna tecnología, el GNV presenta grandes ventajas frente al eléctrico; entre otras cosas porque la tecnología del bus eléctrico aún no es competitiva.

Además del costo, el peso de las baterías es un tema crítico. Aunque en los últimos requerimientos se bajó la autonomía de 300 a 260 kilómetros diarios, para que los eléctricos cumplan esta condición deben adicionar más baterías, lo que implica mayores costos y mayor peso del vehículo; además del tiempo de carga, pues mientras que un bus a gas se carga en 7 minutos, uno eléctrico tarda más de una hora.

Si bien la Alcaldía de Bogotá tomó la decisión en los últimos años de incorporar mil buses eléctricos, que próximamente subirán a 1.480, el costo de operación se convierte en un lastre para las finanzas del Distrito.

Hoy la tarifa técnica de transportar un usuario en un bus eléctrico puede estar cerca de los 4.000 pesos, mientras que la tarifa técnica con GNV es de $3.400, y el usuario solo paga $2.650, un diferencial que debe cubrir la administración distrital a través del Fondo de Estabilización Tarifaria (FET), el cual tiene un déficit superior a los USD400 millones año.

“Pero bien sea eléctrico o a gas, los próximos buses que entren a operar deben cumplir con la norma Euro 6 o la EPA 021 de la legislación estadounidense”, dice Ladino y agrega: “Colombia tiene una resiliencia impresionante y cuando hablamos de movilidad sostenible tiene que buscarse el mejor mix de las tecnologías para no tener un riesgo de concentración, como le está pasando hoy a Europa, que está pagando casi diez veces más el precio del gas, mientras que nosotros en el país contamos con el recurso, sin necesidad de importar.”

En fin, la disponibilidad y el valor del energético, el costo de adquisición de los equipos (CAPEX), la disponibilidad de las tecnologías, el tiempo de carga y el costo de operación, son aspectos que se deben seguir teniendo en cuenta a la hora de elegir las mejores opciones para reponer el parque automotor de pasajeros. Un camino ya recorrido en Bogotá y que ahora se ampliará a todo el país en el segmento de transporte de carga.

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