El debilitamiento de la autosuficiencia energética va a generar un impacto perverso en el bolsillo de todos los colombianos.
Por: JUAN ESPINAL*
En Colombia se está hablando de fracking desde el 2012, cuando el Gobierno de Juan Manuel Santos tomó la decisión de nombrar la primera comisión de expertos para analizar técnicamente si la herramienta era viable o no en el país, incluso emitió el Decreto 3004 de 2013, que dio vida jurídica a la posibilidad de realizar Proyectos Pilotos de Investigación Científica en Colombia.
Sin duda, este tema ha generado un espinoso debate a nivel nacional, muchas veces protagonizado por políticos y opinadores que poco o nada saben y por lo mismo terminan recurriendo a la ideología sacrificando el tecnicismo en la materia.
El país logró avanzar en dos Proyectos Pilotos de Investigación Científica, uno de ellos con licencia ambiental y el cual fue avalado jurídicamente vía Sentencia por el Consejo de Estado, lo que permitió que el Gobierno Duque avanzará en la consolidación técnica, científica y ambiental, pero lamentablemente cuando llega el Gobierno del “cambio” toman la decisión de suspender los dos pilotos, enviando un mensaje al país con la radicación del Proyecto de Ley que tiene como objetivo la prohibición. En otras palabras, la radicalización en temas ambientales llegó a nombre del “cambio”.
Es evidente que tenemos compromisos internacionales en materia ambiental y en el propósito de avanzar en la Transición Energética para lograr la “carbono neutralidad” en 2050, como punto esencial en las decisiones en materia de hidrocarburos. Sin embargo, tomar decisiones partiendo de este enfoque, deja a un lado la realidad de la agenda global en materia de cambio climático, las dinámicas geopolíticas, la crisis que ha generado la guerra en Rusia-Ucrania, y el riesgo que tiene la dependencia en materia energética.
Es un despropósito desconocer que la industria de los hidrocarburos puede coexistir con las energías renovables, lo que ha permitido desarrollar capacidades para garantizar la Transición Energética, la conservación del medio ambiente y contar con importantes recursos vía regalías que son fundamentales para la inversión en las regiones del país.
Cómo desconocer lo que ocurrió en Alemania, su modelo de Transición Energética era un referente a nivel mundial, pero la decisión de prohibición del fracking y el debilitamiento de las reservas, los llevó a depender de Rusia, lo que generó una crisis energética, a tal punto que llegaron a quemar leña para sobrevivir. Como decimos los colombianos” les salió más caro el remedio que la enfermedad”.
Importante hacer alusión a la decisión de la ministra del Reino Unido de levantar la prohibición de fracking, con el objetivo de garantizar la estabilidad energética.
Todo está dicho: Colombia sin fracking, anunciado por el presidente de Ecopetrol Ricardo Roa, quien desde su primer día al frente de la compañía afirmó que no se firmarían más contratos de exploración de hidrocarburos en Colombia, generando unas consecuencias lamentables.
Lamentaremos estas decisiones, que están poniendo en riesgo la Seguridad Energética del país. He insistido en nuestro país, en que la Transición Energética debe ir de la mano de la Seguridad Energética. El debilitamiento de la autosuficiencia energética va a generar un impacto perverso en el bolsillo de todos los colombianos.
Estos activistas ambientales no entienden que no pueden pretender obligar a un país como Colombia, que está en desarrollo, a tomar políticas de países desarrollados, que ellos nunca tuvieron en cuenta, pues de haber renunciado a los hidrocarburos serían países subdesarrollados, como nosotros.
*Representante de la Cámara por el Centro Democrático.