Colombia: transición energética vs seguridad energética

A corto plazo no hay fuentes adicionales considerables de gas natural, además la infraestructura y la regulación tienen serios retrasos. Por eso, las alternativas que se están poniendo sobre la mesa son las fuentes externas.

Por: MARTÍN ROSAS

Hay un viejo chiste en el sector del gas natural colombiano según el cual las reservas siempre hacen su aparición en el Congreso de Naturgas. Pero en la edición 2024, que se realiza en Cartagena, la pregunta más recurrente ha sido: ¿Cuándo empezarán las importaciones del hidrocarburo?

Ecopetrol dice que a finales de este año o comienzos del próximo el país tendrá un déficit de 170 millones de pies cúbicos diarios (MPCD), y la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP), por su parte, asegura que al 2028 el déficit será de 100 MPCD.

Y es que las reservas vienen cayendo en los últimos años al punto que la relación reservas/producción llegó a finales de 2022 a 7,2 años, una de las más bajas de la historia. Para mayo se esperan con expectativa las cifras de recursos que entregue la Agencia Nacional de Hidrocarburos, pero nada indica que se revierta la tendencia.

Por eso algunos agentes ya se preparan para asumir las importaciones. La planta regasificadora de la Sociedad Portuaria El Cayao (SPEC), dice que este año puede tener lista una ampliación de 50 MPCD, que se sumaría a la capacidad actual de 400 MPCD, y al 2027 llevarla a 533 MPCD.

Por su parte, el Gobierno y Ecopetrol insisten en traer gas de Venezuela, para lo cual avanzan en sanear las deudas que tiene PDVSA con Colombia, revivir la sucursal en el país y rehabilitar el gasoducto binacional, abandonado desde 2015 y con un tramo de un kilómetro desmantelado del lado colombiano, el cual podría transportar 160 y 220 MPCD en una primera etapa.

La iniciativa está pendiente de las decisiones que tome Estados Unidos sobre las sanciones a Venezuela, que definiría la viabilidad jurídica del proyecto.

Esta situación de depender de fuentes extranjeras se refuerza con la política del actual gobierno de declararle la guerra a los hidrocarburos nacionales y favorecer solo las fuentes de energía renovables, con lo cual aboca al país a sacrificar la seguridad energética en aras de la transición energética.   

Un falso dilema, según Carlos Pascual, vicepresidente Senior de Energía Global y Asuntos Internacionales de S&P Global, que en su conferencia ‘Hidrocarburos y geopolítica’ señaló que “la transición energética no puede sacrificar la seguridad energética”, y recordó el conflicto Rusia-Ucrania, que puso en jaque el suministro de gas a Europa Occidental, especialmente a Alemania. El conflicto Israel-Hamas y los atentados a los buques en el Mar Rojo han generado otro foco de tensión en el mapa geopolítico global, pero la incertidumbre aumenta con el futuro político de los Estados Unidos y un eventual conflicto China-Taiwán.

América Latina, al igual que el resto del mundo, va a requerir más energía para su desarrollo, la cuestión que plantea Pascual es “cómo se puede producir ese recurso a menor costo y con mayor eficiencia, al tiempo que se reducen emisiones y se logra la seguridad energética.”

Un ejemplo de que es posible son los Emiratos Árabes Unidos, uno de los mayores productores de petróleo, que en 2008 creo con los recursos de los hidrocarburos una empresa de energía renovable de impacto global, lo que lleva a Pascual a concluir que “si se ignora la seguridad energética va a fallar la transición energética.”

En contravía, solo dos países en el mundo han renunciado a firmar nuevos contratos de exploración y producción de oil & gas: México, bajo el gobierno de Manuel López Obrador, y Colombia, bajo el gobierno Petro.

Por eso, en su intervención de inauguración del Congreso, Juan Manuel Rojas, presidente de Promigas y del Consejo Directivo de Naturgas, señaló que “la no firma de nuevos contratos nos lleva a importar gas para otros usos diferentes al térmico.” Y agregó que “la discusión no es electrones o moléculas; la lección debería ser moléculas y electrones, como nos enseña la economía de bienestar.”

Agregó Rojas que el análisis de la transición energética debe considerar la interdependencia de todos los sectores de una economía. “El análisis de equilibrio general es más exigente porque requiere un análisis holístico. No hacer fantasía, sino hacer los números. Insto a abrazar el imperativo del equilibrio general y no parcial de la transición energética”, dijo ya propuso cuatro estrategias para lograrlo:

  1. Reflexionar sobre el papel del gas como instrumento en la lucha contra la pobreza, teniendo en cuenta sus bondades frente a otros combustibles.
  2. Reconocer el papel del gas natural en la mitigación del cambio climático.
  3. Reconocer la importancia del desarrollo de los recursos para la seguridad y la autosuficiencia energéticas, para lo cual se requieren incentivos a la exploración de gas natural, teniendo en cuenta lo que significa en pérdida de bienestar e impactos en la blanca comercial. Se requieren recursos a precios asequibles, desarrollar los campos offshore, delimitar Uchuva y el prospecto de Buena Esperanza. La tarea no es fácil, exige celeridad en permisos, licencias y consultas previas, y que la CREG flexibilice las reglas para contratos.
  4. Desarrollo de infraestructura crítica, pues la ecuación completa bajo el enfoque general requiere de cómo movilizar las moléculas.

Finalmente, Rojas reforzó su “compromiso de equilibrio general frente a los equilibrios parciales, con un enfoque holístico más asequible, más seguro y más amigable con el medio ambiente.”

Mientras se define el futuro del sector en el país, en el Congreso de Naturgas solo aparecieron unos lánguidos cinco millones de pies cúbicos adicionales en el campo Arrecife de Hocol, en cambio se habla más de importar gas.