De leyes a moléculas

Las bases para que los gases combustibles (Gas natural, GLP e hidrógeno) cumplan su papel protagónico en la Transición Energética en Colombia, están sentadas. Ahora lo que se requiere es mayor producción nacional de estas fuentes de energía.

Por: MARTÍN ROSAS

8 de octubre de 2021.   Hay que reconocer que el gobierno del presidente Duque dejó establecido el marco de políticas públicas para la Transformación Energética, donde, además del impulso a las fuentes renovables no convencionales, los gases combustibles jugarán un papel protagónico.

Por un lado, el 10 de julio de 2021 se promulgó la Ley 2099de “Transición Energética” que, entre otras cosas, busca que Colombia se convierta en un país atractivo para la inversión en energías renovables no convencionales, establece incentivos tributarios a las empresas que contribuyan a la lucha contra el cambio climático, deducciones en gravámenes y aranceles para los proyectos de hidrógeno verde y azul, así como estímulos para inversiones y equipos de almacenamiento de energía a gran escala.

Por otro lado, el 4 de agosto de 2021 se sancionó la Ley 2128 encaminada a impulsar la utilización del gas combustible en Colombia, con beneficios e incentivos en materia fiscal y ordenando implementar medidas y programas tendientes a masificar el uso del gas licuado de petróleo (GLP) distribuido por cilindros, y su uso en vehículos dedicados (para carga, para el transporte público de pasajeros o para transporte de servicio especial), entre otras medidas.

Así mismo, esta Ley fijó otros incentivos. Se destaca que los vehículos nuevos que funcionan con gas combustible quedarán exentos de medidas restrictivas de tránsito (pico y placa) y del requisito de obtención del certificado de emisiones contaminantes. Otro de los incentivos es que las tarifas de impuestos sobre estos vehículos no podrán superar en ningún caso el uno por ciento del valor comercial del automotor. Además, obliga a que las flotas de transporte público de pasajeros así como el parque automtor de las entidades públicas tengan por lo menos un 30% del equipo a gas.

Con respecto al GLP, con la aprobación del Proyecto de Ley 391-21S, finalmente se dio vía libre para que este combustible sea utilizado en vehículos automotores (AutoGLP) y naves naúticas (NautiGLP), al tiempo que se le da impulso al plan de sustitución de leña.

El Ministerio de Minas y Energía ya expidió el reglamento técnico que deberán cumplir las estaciones de servicio para suministrar AutoGLP, y está pendiente la reglamentación sobre la calidad del combustible. Sobre los talleres de conversión, mientras sale una reglamentación específica, los talleres de GNV podrán realizar las conversiones a AutoGLP.

Finalmente, sobre el hidrógeno, el Minenergía dejó trazada la ‘Hoja de ruta’ para que este energético comience a ser utilizado como combustible y producido de forma masiva, con la ventaja que tanto su producción (hidrógeno verde) como su uso no generan contaminantes ni emisiones de gases efecto invernadero.

Así las cosas, el camino está despejado para que los gases combustibles ejerzan su función en la Transición Energética, la cuestión ahora es aumentar la oferta. Colombia atraviesa por una baja sostenida durante los últimos diez años en las reservas de gas natural, con menos de tres terapiés cúbicos, y Ecopetrol ha venido retirando paulatinamente GLP del mercado, pues le resulta más rentable utilizarlo en otros usos, como la refinación y la colidución de crudos pesados.

Así las cosas, las señales del mercado son de una dependencia inmediata de las importaciones en ambos energéticos gaseosos (GLP y gas natural) y, por tanto, sujetos a las cotizaciones internacionales.

Al cierre de esta edición (finales de 2021), las cotizaciones del GLP estaban históricamente altas, por encima del dólar el galón de propano. Si la producción estadounidense no aumenta, lo más probable es que el país tenga que pagar un GLP costoso, poniendo una limitante a la masificación de este combustible considerado limpio.

Por el lado del gas natural, las esperanzas de un aumento significativo de reservas están puestas en los yacimientos no convencionales y en el offshore del Caribe (entre ambos se estiman reservas por 54 terapiés cúbicos), pero estos desarrollos tardan entre 3 y 10 años, y si a esto se le suma que la planta de regasificación del Pacífico se encuentra encallada en las discusiones sobre su conveniencia, y si Hidroituango no entra a generar a tiempo, con un anunciado Fenómeno del Niño, el sistema energético colombiano estará bajo una situación de estrés dentro de dos años. Ojo al 2024.

En síntesis, ya se tienen las leyes que le dan el impulso necesario a los gases combustibles en Colombia, ahora de lo que se trata es de tener disponibles las moléculas.

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