Después del desplome de los precios del crudo, bajo el peso de la crisis provocada por la pandemia de la Covid-19 y la guerra de precios que se desató entre Rusia y Arabia Saudita, ahora que estos se reconciliaron y acordaron reducir en 10 millones de barriles/día, bien vale la pena tratar de avizorar cuál va a ser el curso futuro de los precios del petróleo. Análisis.
Por: AMYLKAR ACOSTA M.*
14 de abril de 2020. El jueves 9 de abril, por fin tuvo lugar la tan anunciada cumbre virtual de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), liderada por Arabia Saudita, que junto con sus trece aliados encabezados por Rusia aglutinan una treintena de países productores, identificados como la OPEP+.
Se trataba de deshacer los pasos de la confrontación entre Arabia Saudita y Rusia, que había provocado una guerra de precios que los había llevado a mínimos históricos de US $22.24 el barril de referencia Brent el 30 de marzo, su más baja cotización desde noviembre de 2002, un descenso del 69% en los últimos 12 meses.
Pero esta no fue la única causa de la destorcida de los precios del crudo, sino que a la trifulca entre la OPEP y Rusia se vino a sumar la menor demanda de crudo a consecuencia del freno al crecimiento de la economía global que se derivó de las medidas draconianas que tuvieron que tomar los países para enfrentar la pandemia de la Covid19.
Ante el anuncio del presidente Donald Trump de un acercamiento entre los contendientes, gracias a sus buenos oficios, el precio reaccionó y se trepó hasta los US $34 el barril el 13 de marzo, pero los expertos lo interpretaron como el rebote del ‘gato muerto’, que no revertiría la tendencia, habida cuenta que la demanda se ha reducido en 30 millones de barriles/día y los inventarios están a reventar.
Pues bien, en esta ocasión, la OPEP+ se avino a recortar la oferta en 10 millones de barriles/día ente mayo y junio, luego bajaría a 8 millones de barriles/día entre julio y diciembre, y a 6 millones de barriles/día entre enero y abril de 2021.
Este acuerdo tiene el mérito de comprometer, por primera vez, a los tres mayores productores, en su orden EEUU, Arabia Saudita y Rusia. Muy eufórico el Secretario General de la OPEP Mohammed Barkin afirmó que “estos ajustes de producción son históricos. Estamos presenciando el triunfo de la cooperación internacional y el multilateralismo”, tan venido a menos en estos tiempos de la era Trump.
Por su parte, este se apresuró a decir que “el gran acuerdo petrolero con la OPEP+ está hecho. Esto salvará cientos de miles de empleos energéticos en EEUU”. Mensaje este dirigido a sus electores, al fin y al cabo está en campaña para reelegirse.
No obstante, este recorte de la oferta no le hace ni cosquillas al precio del mercado de crudos, dado que la demanda ha caído 30 millones de barriles, aproximadamente, el 30% de la demanda de diciembre pasado. Si a los 10 millones de barriles menos en la oferta se le suman la menor oferta en el mercado por parte de Irán a consecuencia de la sanción comercial de la que es objeto, de Libia por su conflicto interno y Venezuela, con una producción a la baja, además del endurecimiento de las sanciones por parte de EEUU, se podría llegar a retirar del mercado un máximo de 20 millones de barriles, que siguen siendo insuficientes para contener la caída del precio.
La sobreoferta continúa y los inventarios están al tope. Por ello, los precios ni se mosquearon con el anuncio del tan publicitado acuerdo y en lugar de subir el precio bajó al pasar de los US $32.15 el barril el pasado jueves 9 de abril, día de la teleconferencia de la OPEP+, a US $31.45 el barril el día de hoy.
Bien dijeron los analistas de Rystad Energy que, aunque dicho recorte “evitará que los precios caigan al abismo, no restaurará el equilibrio del mercado”. Tanto más en cuanto que las previsiones sobre el crecimiento de la economía global en lo que resta del año y el entrante son muy pesimistas; lo ha dicho la directora del FMI Kristalina Georgieva: “hemos entrado en una recesión igual o peor que la del 2009”. Y, como es obvio, a menor ritmo de crecimiento de la economía global menor será la demanda de petróleo, la que además tenderá a caer por cuenta de la Transición energética desde las energías de origen fósil, que son tan contaminantes, hacia las fuentes de energía no convencionales de energías renovables (FNCER) y limpias.
Cómo es sabido, la decisión de la OPEP+ quedó ad-referendo de México que se retiró de la reunión. Trump, quien había tendido el puente entre su amigo el Rey Salmán de Arabia Saudita y Vladimir Putin, medió para que México se plegara, pero la nación azteca ha visto reducir su producción a la mitad, de 3.4 millones de barriles diarios a solo 1.7 millones, y en tales circunstancias el presidente Andrés Manuel López Obrador, en medio de su propia crisis, agravada por la Covid-19, no tienen mayor margen de maniobra. Por lo tanto, solo se pudo comprometer a retirar 100 mil barriles/día de los 400 mil que le tocaba como su alícuota.
Por su parte, Trump, en una jugada maestra, para hacerle el cumplido a la OPEP y a Putin y un gesto de buen vecino a AMLO, se comprometió a asumir los 300 mil restantes para completar los 400 mil barriles que le habían pedido reducir sus socios de la OPEP.
Pero una cosa dice el burro y otra quien lo está enjalmando, Trump no tiene cómo honrar su compromiso de reducir en 300 mil barriles/día la oferta de petróleo de EEUU porque, a diferencia de Arabia Saudita y Rusia, en donde son los gobiernos quienes lo determinan, en EEUU esa decisión está en manos de la industria petrolera y no de la Casa Blanca.
De manera que el compromiso de Trump es solo simbólico, mediático, como todo lo suyo. De hecho, la producción de petróleo en EEUU, que depende en más del 60% de los yacimientos no convencionales (YNC) en los cuales se utiliza la técnica del fracking, ha venido en descenso, siguiendo la misma senda de los precios internacionales del crudo, ya que muchos campos están dejando de bombear por no ser competitivos a precios por debajo de US $30 el barril.
*Exministro de Minas y Energía y miembro de Número de la ACCE.