Cómo potenciar el mercado del GLP en América Latina

En América Latina hay retrasos en el tema regulatorio del GLP y varios países intervienen los precios. Estas situaciones se deben a que los gobiernos no entienden cómo funciona el mercado.

El mercado del gas licuado del petróleo (GLP) en América Latina se debate entre el crecimiento, la intervención de precios de algunos gobiernos, la falta de regulación adecuada y buena parte de informalidad.

Según el analista Adrián Calcáneo, vicepresidente de Energía y Materias Primas de OPIS, los problemas que aquejan al subcontinente en materia de GLP se pueden resumir en una sola razón: los gobiernos no entienden el mercado.

Para Calcáneo, todo se podría simplificar si se entiende que ningún país consumidor (y menos en un mercado tan pequeño como el de América Latina) está en capacidad de interferir en los precios internacionales del propano y el butano.

Dado que América Latina importa el cincuenta por ciento del GLP que consume, sus precios están atados a la paridad importación. Luego, los intentos de los países por poner controles de precios internos al producto lo único que lleva es a distorsionar el mercado y a desincentivar las inversiones.

“Yo creo que ha habido mucha improvisación por parte de los gobiernos al tratar de controlar el mercado, pero en realidad está fuera de su control, porque el precio se define fuera de nuestras fronteras”, dice Calcáneo.

Y agrega que, en cierta manera, “eso ha llevado a una sobre regulación que ha mermado la inversión y le ha metido mucho ruido al mercado.”

Para el experto −que será conferencista en el próximo Congreso Internacional de Gasnova, en Bogotá−, ese es el tema más importante en la región: la sobre intervención de los gobiernos en el mercado, y la preocupación que se haga en países donde no ha sido intervenido.

Actualmente, entre los países del área que intervienen los precios del GLP están Perú, Guatemala, México y Uruguay.

Entorno internacional

Por eso, para definir políticas adecuadas para el GLP hay que entender lo que pasa en el mercado mundial.

Calcáneo señala que el mercado mundial del GLP está en medio de un ambiente bipolar. Por un lado, hay crecimiento en la producción de Estados Unidos (el mayor productor y exportador), lo cual es una buena noticia; y, por otro lado, China (el mayor consumidor e importador) ha reducido se demanda en los últimos años en unos 8 millones de toneladas anuales.

Eso ha llevado a que los precios actuales de referencia Mont Belvieu (EEUU) estén en niveles bajos. Pero, para Calcáneo eso puede ser un espejismo, pues si algunos gobiernos de la región consideran que el precio está alto, se pueden presentar amenazas cuando el mercado internacional reaccione y los precios suban.

Por eso, para el especialista, la mejor política es dejar que los precios fluctúen de acuerdo con las cotizaciones internacionales y que los consumidores entiendan que el precio se moverá con esas oscilaciones.

Y es que después de muchos años de relativa estabilidad, en el presente siglo las cotizaciones del GLP han sufrido grandes fluctuaciones.

En 2003 el precio del galón de propano alcanzó la barrera del dólar, luego rozó su máximo histórico de dos dólares en 2008, para luego caer a 0,24 dólares durante la pandemia. En marzo de 2022 rebotó a 1,61 dólares, y ahora, a mediados de 2025, el precio ronda los 0,72 dólares por galón.

“El problema es que seguimos hablando de precios altos. Seguimos con los gobiernos tratando de combatir el precio alto en un momento donde los precios están bajos. Y las intervenciones de los gobiernos, lamentablemente, en largo plazo hacen que se desincentive la inversión, que es lo que realmente hace que bajen los precios”, dice Calcáneo.

Y pone como ejemplo a México, que es uno de los grandes consumidores de la región y que tiene una larga tradición en GLP, donde el gobierno ha intervenido el mercado poniendo un precio máximo que se actualiza cada semana. Un precio que no tiene una metodología adecuada para seguir los precios de referencia internacional. Entonces, los distribuidores están perdiendo mucho dinero, porque para operar y distribuir tienen que vender más barato de lo que les cuesta el combustible.

“El gobierno no ha entendido eso, a pesar de las protestas y las pláticas de los distribuidores, y desafortunadamente está dañando a uno de los mercados más comprometidos con el GLP en América Latina”, dice Calcáneo.

En ese sentido, la recomendación del experto para Colombia es que el gobierno no intervenga los precios, que se dejen al libre mercado. “Dejar que la gente entienda cuál es el precio real del cilindro y, si quieren dar un subsidio, que esté separado del momento de compra, que se le otorgue directamente al usuario de otra forma, para que la gente nunca pierda de vista cuánto realmente cuesta el cilindro a precios de mercado internacional”, señala.

Eso permitiría desligar el subsidio de la comercialización en los seis departamentos donde hoy opera el aporte estatal al GLP en el país, pues el gobierno ha retrasado los pagos y tiene a las distribuidoras al borde de una crisis financiera.

En Colombia, el precio del GLP se fija en Cartagena, por la paridad importación. Es un hecho que no se puede controlar. Pero lo que sí se puede controlar son los costos de transporte hacia el interior del país: invirtiendo en ductos, en infraestructura y almacenamiento.

“Entonces, lo que está ocurriendo en América Latina es que no hay un reconocimiento del nivel de precio bajo actual, donde deberían empezar a retirar controles de precios. El peligro es ese, que no se ha reconocido el momento actual y que los factores son globales. Si China se recupera y empieza a consumir 8 millones de toneladas más, pues la presión sería mayor de los gobiernos a intervenir. Y esos son los peores escenarios”, concluye Calcáneo.