América Latina: Perspectivas del GLP en la transición energética

El GLP puede jugar un papel en la superación de pobreza y la transición energética de la región, siempre y cuando se entiendan las particularidades de cada país.   

Algo que no han entendido los gobiernos latinoamericanos es que cada país debe diseñar su transición energética de acuerdo con sus condiciones particulares. Algunos países de la región, por no decir la mayoría, están adoptando el modelo de los países desarrollados sin tener en cuenta las capacidades y las consecuencias.

Fue lo que dilucidó la exministra de Agricultura Cecilia López, antes de salir del gabinete. “Yo tengo un mensaje: me enfurece que nosotros los países en desarrollo adoptamos el discurso de los países ricos. Nosotros estamos en este momento disque defendiendo, protegiendo el mundo, etcétera, y no nos damos cuenta que lo que nos están exigiendo a nosotros fue exactamente lo que ellos no hicieron.

“Los países ricos tuvieron la Revolución Verde, por eso lograron la productividad que nos ha sacado del mercado, usaron todo lo que nos están prohibiendo que usemos, y nosotros somos tan ingenuos que repetimos eso como unos loros”, dijo en un foro y remató con una frase lapidaria: “La transición energética es imposible sin la transformación productiva.”

En ese sentido también fue el mensaje de Adrián Calcáneo, consultor líder para América Latina de Midstream y Líquidos del Petróleo de S&P Global, quien señaló en un webinario organizado por la Asociación Gremial Colombiana de Comercializadores de Gas (AGREMGAS) https://agremgas.com/, que “la definición de la transición energética depende del contexto de cada país.”

La meta se conoce, que es ir hacia una sociedad descarbonizada y electrificada con fuentes renovables, “pero el camino depende del punto de partida para ir a una energía más eficiente y más limpia de la que usan ahora, dentro de las capacidades de cada país”, dijo Calcáneo.

Recalcó que en esa escalera de ir hacia energías limpias cada país parte de escalones diferentes. Por ejemplo, ni en los Estados Unido ni en Europa utilizan leña como fuente de energía, luego para ellos eso no es un problema.

Cosa contraria ocurre en América Latina, donde hay niveles de pobreza extrema y la leña es utilizada por millones de familias. En Colombia, en particular, aún la usan para cocinar 1,6 millones de hogares.

Calcáneo mencionó el discurso frecuente de convertir el parque automotor de estos países a vehículos eléctricos, sin detenerse a analizar que por los costos es imposible a corto plazo y que, al contrario, una de las mayores necesidades de la región es sacar de la pobreza energética a millones de personas que, al tiempo que se les mejora la calidad de vida, por ejemplo al pasarlos a que utilicen gas licuado del petróleo (GLP), se reducen los enormes costos de los sistemas de salud que se derivan de los tratamientos por enfermedades respiratorias y cáncer, producidas por la inhalación de humo.

A lo anterior hay que agregarle el tema de género, pues son mujeres la mayoría de personas que permanecen frente a los fogones, y el tema de la deforestación. Ante las cada vez mayores distancias que hay que recorrer para conseguir la leña, se ha establecido un nuevo oficio en Colombia, el de recolector de leña, con la incidencia sistemática en la deforestación.

En el reciente Congreso de Naturgas, en el panel ‘El mundo del futuro, ¿cómo lo construimos?’, el líder juvenil del Pacífico Lali Fernando Riascos, ‘Soy Lalif’ https://www.tiktok.com/discover/soy-lalif, se lamentó de cómo los recolectores de leña están arrasando con los manglares, pues esta madera es apetecida por su facilidad para producir fuego.

Calcáneo señaló que se le está pidiendo a la gente que se salte escalones, y eso puede tener efectos contrarios. “Al catalogar al petróleo como sucio, sube el precio del GLP (que es un subproducto del tratamiento del gas natural y la refinación de crudo). En el momento en que hacemos que el precio del GLP sea más caro, la gente baja dos escalones, pues al no poder pagarlo vuelven a la leña, lo que hace que se contamine más y se descienda en calidad de vida”, dijo.

Contexto del mercado

Si bien América Latina no es un actor relevante en el mercado mundial del GLP, si es importante para estos países, pues es un combustible ampliamente utilizado por la población, además del papel que puede jugar en la transición energética.

Por eso, para diseñar las políticas públicas en materia energética, Calcáneo recomienda que se deben entender las particularidades de este mercado.

Gracias a la revolución del shale, Estados Unidos se convirtió en la última década en uno de los mayores productores de GLP y a la par que se transformaba en el principal proveedor del combustible a nivel global, Asia, especialmente China, emergía como el mayor consumidor del planeta, por la instalación de nuevas plantas petroquímicas que utilizan GLP como materia prima.

Y esa transformación del mercado se vio reflejada tanto en la demanda como en los precios. Mientras desde 2015 la demanda de GLP en América Latina prácticamente se ha estancado en cerca de 30 millones de toneladas métricas al año (Mtma), la demanda de China creció el 500% a 70,7 Mtma, y la total de Asia asciende a 97,4 Mtma.

La explosiva demanda de China hizo que los precios del GLP pasaran de 200 dólares la tonelada en mayo de 2020 a cerca de 800 dólares en marzo de 2022, aunque hoy los precios rondan los 450 dólares tonelada, precios que, según Calcáneo, se van a mantener justamente por la demanda permanente de China.

Por su parte, América Latina, aunque importa la mitad del GLP que consume, no incide para nada en las cotizaciones internacionales y seguirá siendo un tomador de precios.

Calcáneo resaltó que esta característica del mercado es importante, pues así algunos países sean autosuficientes, como en los casos de Bolivia y Argentina, los precios internos de cada país se determinan por las cotizaciones en la costa del Golfo de México, el indicador Mont Belvieu.

Esto para recalcar que debido a que la formación de precios obedece a factores externos, lo que hagan los países internamente para controlar las tarifas del combustible puede resultar contraproducente, como es el caso de Ecuador, donde el GLP tiene un subsidio generalizado, con un costo para el erario público de 8.000 millones de dólares anuales, algo similar a lo que le ocurre a Colombia con los subsidios al diésel y a la gasolina.  

No obstante, Calcáneo concluyó que estos países si pueden hacer algo para mejorar el mercado, entendiendo qué pueden controlar y qué no pueden controlar internamente, como hacer más eficiente la distribución del combustible, invertir en infraestructura y combatir el robo y la informalidad.

Finalmente, para sacar a la gente de la leña, recomienda que los subsidios sean focalizados en los estratos 1 y 2, y que se otorguen después de adquirir los cilindros a precio de mercado, para que tengan conciencia del precio real del combustible.