Con la publicación de diferentes escenarios de futuro para explorar las implicaciones de la transición energética en Colombia, el nuevo Centro Regional de Estudios de Energía (CREE) inició su trabajo investigativo en el país y presentó las primeras recomendaciones sobre las transformaciones y ajustes a seguir para lograr la transición energética.
4 de diciembre 2020. Los escenarios identificados por el equipo técnico del CREE, en alianza con Trust -firma especializada en prospectiva-, muestran que las principales fuerzas que determinarán las necesidades de la transición energética en Colombia son: el crecimiento económico y qué tan ambiciosas sean las metas de reducción de emisiones.
De acuerdo con los hallazgos, en un escenario que combine alto crecimiento económico con carbono neutralidad para 2050, se requiere que la economía se electrifique a un ritmo acelerado y aumente ocho veces su capacidad de generación, en donde el 90% de este aumento sea con energías renovables.
Para los hogares, la industria y el comercio, este escenario implicaría electrificar casi la totalidad de sus procesos productivos y cambiar los equipos para hacer el consumo energético más eficiente.
Por su parte, en el transporte habría una necesidad de modernización y electrificación de la flota, al tiempo que se requeriría el uso de hidrógeno y biocombustible avanzados.
Dichos procesos de cambio, advierte el análisis, tendrían implicaciones en materia de precios de la electricidad, que podrían multiplicarse más de cinco veces ante la necesidad de expansión del sistema y cambio de equipos.
En cuanto al futuro de los hidrocarburos, su desarrollo dependerá del nivel y la posibilidad de acceso a nuevas fuentes como los yacimientos no convencionales y costa afuera. Estos proyectos, que a su vez dependerán de los acuerdos que logre el país, así como de los precios internacionales y costos de extracción, determinarán la capacidad que tenga Colombia para cargar sus refinerías y abastecer la demanda de gas con recursos propios.
El análisis advierte que las importaciones de hidrocarburos supondrían una pérdida de recursos fiscales, la necesidad de hacer inversiones en infraestructura de importación y mayores precios a los consumidores finales.
“Colombia forma parte del esfuerzo global de transición, pero para que nuestro aporte sea efectivo, debemos empezar por reconocer nuestras particularidades: emitimos poco y nuestras emisiones no vienen mayoritariamente de nuestra matriz eléctrica como en el resto del mundo, pero somos muy vulnerables al cambio climático. Además, tenemos todavía una deuda social grande, necesitamos mejorar nuestro crecimiento económico y la inversión pública requerida depende todavía de los combustibles fósiles”, señaló́ el director del CREE, Tomás González.
El estudio del CREE también identificó dos factores que serán fundamentales en esta transición. El primero es el cambio tecnológico, que determinará qué tan rápido disminuirán los costos de generación de las energías renovables y de las baterías de almacenamiento, así como la disponibilidad de tecnologías como el hidrógeno o la captura y secuestro de carbono.
El segundo aspecto es la capacidad del país para lograr acuerdos sobre los estándares de los proyectos y de asegurar su legitimidad social, pues sin los acuerdos institucionales requeridos difícilmente podría avanzarse en la ruta de la descarbonización, la sostenibilidad y el crecimiento incluyente.
“Hay diversos escenarios posibles para Colombia, lo importante es tener en cuenta que en ningún caso hay caminos libres de sacrificios y que la ruta de transición que escoja el país debe tener en cuenta las disyuntivas, los requerimientos y la preparación necesaria para lograrla. Debemos abrir la discusión alrededor de estos tres elementos, es la única manera de hacer una transición energética realista, sostenible y costo-efectiva”, puntualizó el director del CREE.