Con cerca del 6% de la capacidad de generación total, Colombia cuenta con 1.613 MW de capacidad instalada de generación térmica a carbón de despacho centralizado, distribuidos entre cinco empresas que operan 14 unidades de generación.
Colombia cuenta con una de las matrices eléctricas de menor emisión de gases de efecto invernadero en el mundo, gracias a la alta participación de la generación hidroeléctrica (62%), el crecimiento de las energías renovables no convencionales, especialmente la solar fotovoltaica (9%), y la presencia de la generación termoeléctrica, que representa el 28%.
Sin embargo, la dependencia del recurso hídrico hace que el sistema sea vulnerable en períodos de sequía extrema, como durante los fenómenos de El Niño, cuando la reducción drástica de los niveles de los embalses pone en riesgo el suministro de energía.
Por su parte, las energías renovables, debido a su carácter intermitente, no garantizan la confiabilidad necesaria para el sistema eléctrico.
En este contexto, de acuerdo con la Asociación Nacional de Empresas Generadoras (ANDEG), las plantas térmicas, especialmente aquellas que operan con carbón, han demostrado ser esenciales. Durante El Niño 2023-2024 contribuyeron a mantener la estabilidad del Sistema Interconectado Nacional (SIN) y evitar apagones, asegurando un suministro constante.
En esa coyuntura, las centrales afiliadas ANDEG que utilizan carbón generaron en promedio 27 GWh-día, cubriendo alrededor del 12% de la demanda de energía.
“En períodos de máxima producción, el consumo promedio de este combustible sólido alcanza las 400.000 toneladas mensuales. Esto da una idea clara del rol que desempeña en el sector eléctrico”, señaló Alejandro Castañeda, presidente de ANDEG.
Además de su aporte a la seguridad energética, el carbón juega un papel clave en la formación de precios en el mercado mayorista de electricidad, pues funciona como un mecanismo de control que regula las ofertas de otras tecnologías y establece una referencia para los contratos de energía a mediano y corto plazo.

Papel del carbón en la transición energética
Según ANDEG, el debate sobre la transición energética ha girado en torno a la sustitución de fuentes tradicionales por renovables, sin considerar que estas requieren tecnologías de respaldo y garantías para asegurar una implementación efectiva y oportuna de nuevos proyectos, así como la electrificación de la economía.
Mientras llegan las nuevas fuentes de energía, la capacidad de las térmicas para operar de manera firme brinda estabilidad a la red en los momentos de mayor demanda.
“Ejemplos internacionales refuerzan esta idea. Alemania, a pesar de su fuerte apuesta por la transición energética, ha mantenido el uso del carbón como una opción de respaldo para evitar crisis energéticas. China, líder en energías renovables, sigue invirtiendo en tecnologías de carbón más limpias para asegurar estabilidad en su red eléctrica”, indicó Castañeda.
Seguridad energética con compromiso ambiental
La apuesta para transitar hacia energías más limpias en Colombia se asocia con las emisiones que generan las fuentes de energía convencionales. No obstante, hay que resaltar que en la cadena de valor del carbón estas representan entre el 10% y el 15% del total de gases de efecto invernadero del país y en el sector térmico afiliado a ANDEG que usa este recurso es alrededor del 3%.
El sector urge promover y adoptar tecnologías como la captura y almacenamiento de carbono (CCUS, por su sigla en inglés), la combinación de combustibles carbón-biomasa y carbón-residuos, así como estrategias de economía circular para la gestión de residuos, más allá del uso de cenizas en la fabricación de cemento. Estas iniciativas permitirían aprovechar los abundantes recursos energéticos del país, fundamentales para el desarrollo de las economías regionales, mientras se mitigan sus impactos ambientales.
“En materia de política pública, es fundamental desarrollar incentivos que promuevan mejores prácticas y tecnologías para fortalecer, en el contexto de la reactivación del sector eléctrico, una matriz energética robusta, diversificada y confiable, garantizando la seguridad y soberanía energética. En este proceso, la generación térmica a carbón debe ser reconocida como un aliado clave para asegurar que la transición se lleve a cabo de manera ordenada, sostenible y eficiente”, puntualizó Castañeda.