Colombia pasó de producir un millón de barriles/día en 2014 a los 750.000 barriles/día actualmente.
Por: AMYLKAR D. ACOSTA*
Se repite la historia en viceversa: Hace 10 años, cuando la producción de crudo de Colombia alcanzó el millón de barriles al día, se hizo popular el gracejo como acertijo tratando de establecer cuánto tiempo haría falta para que se cruzara la curva de producción de Colombia en ascenso con la de Venezuela en declive.
Efectivamente, la producción de Colombia alcanzó su clímax con la producción de un millón de barriles/día, mientras Venezuela, después de producir 4 millones de barriles/día, bajó hasta los 2´370.000 ese mismo año.
Ahora es la llamada Guyana Dubái, con reservas recién descubiertas hace apenas 10 años que superan los 11.000 millones de barriles, el que ha venido escalando su producción desde los 1.200 barriles/día en 2019 hasta los 645.000 actualmente.
Y de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (AIE), en 2025 la producción de Guyana sobrepasará a la de Colombia con un volumen de 850.000 barriles/día, contra los 750.000 barriles/día de Colombia. En la última década se ha desplomado en el país andino la producción promedio/día el 21%, y sería iluso esperar que repunte mientras las precarias reservas remanentes caen.
La diferencia es que mientras en Guyana están atrayendo la inversión y firmando a la lata nuevos contratos de exploración y explotación de petróleo, el Gobierno de Colombia decidió descartarlos, como su mayor y mejor contribución a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), causantes del cambio climático.
Sin lograrlo, porque el consumo de petróleo en el mundo sigue en ascenso, ya que, según la AIE, en 2023 alcanzó un récord de 101 millones de barriles/día y su previsión es en 2024 alcanzará otro récord con 2 millones de barriles más.
Es decir que el petróleo que deja de producir Colombia lo provén otros países, entre ellos Guyana y Brasil, donde el presidente Luiz Inacio Lula da Silva proyecta pasar de los actuales de 3,5 millones de barriles/día a 5,4 millones en 2028, hasta convertir a PETROBRAS en la tercera empresa petrolera más grande del mundo y a Brasil en el quinto productor mundial de crudo.
Se cumple así la Ley de Keynes según la cual toda demanda crea su propia oferta. En conclusión, Colombia se está quedando con el pecado y sin la gracia con tan absurda como desatinada decisión.
En este contexto, no sabe uno cómo interpretar la sibilina declaración del presidente Petro a propósito de la caída de las exportaciones de Colombia en lo que va corrido del 2024.
Esto dijo: “No es una buena noticia que caigan las exportaciones, pero no había un análisis del porqué y resulta que el 60% de las exportaciones del país son fósiles, es decir, carbón y petróleo”.
Lo que no advierte Petro es que al tiempo que caen las exportaciones está cayendo también la Inversión Extranjera Directa (IED). Según registros del Banco de la República, entre el primer semestre de 2023 y el primer semestre de 2024 pasó de US $7.524 millones a US $6.304 millones, para una caída del 16.2% anual, siendo más pronunciada la IED en hidrocarburos y minería, que fue del 30,3%.
Cabe preguntarse si será bueno para Colombia que las exportaciones caigan si es por cuenta de que “el precio internacional del carbón cayó a la mitad entre el año pasado y hoy, por eso caen las exportaciones. También cayó la demanda del carbón colombiano y esa caída internacional tiene que ver con que el mundo está haciendo una transición energética”.
Eso es pensar con el deseo, pues las cifras no vienen en auxilio de los augurios del presidente porque, de acuerdo con el más reciente reporte de la AIE, el año pasado la demanda por carbón batió récord con 8.530 millones de toneladas y prevé que en 2024 alcanzará otro récord.
Al igual que ocurre con el petróleo, carbón que no extraiga y exporte Colombia lo extraerá y exportará alguno de los países que compiten con Colombia.
La ingenuidad y el desatino del Gobierno de Colombia, que firmó recientemente el Tratado de no Proliferación de los Combustibles Fósiles, comprometiéndose a proscribirlos, contrasta con el realismo y el pragmatismo de Guyana y Brasil, que, sin renunciar a la transición energética ni dejar de trabajar por el cumplimiento a su meta de reducir sus emisiones de GEI, están atrayendo más inversiones al sector de los hidrocarburos, su principal fuente generadora de ingresos, divisas y financiamiento de la misma transición.
En concepto del vicepresidente de Guyana, “el petróleo no sólo permite aumentar los ingresos y emplear estos recursos en políticas sociales, sino que, además, resulta la principal fuente para financiar una sólida transición energética hacia energías renovables”. Y remató diciendo que “necesitamos dinero del sector del petróleo y el gas para hacer nuestro país a prueba del clima y adaptarnos al cambio climático”.
Por su parte, el presidente Lula, reconocido defensor de la agenda verde, explica que la inversión en petróleo tiene como objetivo primordial disponer de más ingresos para consolidar la transición energética, bandera de su Gobierno.
Además, destaca cómo PETROBRAS pasó de la explotación de petróleo onshore a hacerlo offshore, “ahora puede pasar a las renovables”. Y deja claro que no incurre en ninguna contradicción, pues “el petróleo seguirá ocupando un lugar importante en la matriz energética junto a las renovables. Queremos hacerlo juntos”.
Bien ha dicho el presidente de la CAF, Sergio Díaz Granados, que “cada país deberá elegir su velocidad, intensidad y estrategia de acuerdo con sus características” y Colombia, al igual que el resto de Latinoamérica, tiene las suyas.
Recientemente, la comidilla en los medios es la noticia proveniente de Argentina, donde se registra un inusitado boom de los hidrocarburos gracias al enorme potencial del yacimiento no convencional de Vaca Muerta y a la utilización intensiva de la técnica del fracking en su explotación. Esta explica y responde por el 56,6% de la totalidad de la producción petrolera y del 54,8% de la de gas natural.
Según el más reciente reporte, en los últimos 10 años Argentina pasó de producir 500.000 barriles de crudo por día hasta alcanzar los 700.000 actualmente, en contraste con Colombia que pasó de producir un millón de barriles/día en 2014 a los 750.000 barriles/día actualmente.
*Exministro de Minas y Energía y miembro de Número de la ACCE.