La situación del sector energético colombiano tiende a gravarse, sin que se vislumbre una solución. El riesgo de un racionamiento en la prestación del servicio de energía sigue latente.
Por: AMYLKAR D. ACOSTA*
Yo distingo el riesgo inmanente del riesgo inminente. En cuanto al primero, al depender de una matriz eléctrica en donde la capacidad instalada hídrica supera el 60%, estamos expuestos a un riesgo de racionamiento cuando nos enfrentamos a una hidrología crítica a causa del Fenómeno de El Niño, tanto más en cuanto que de los 24 embalses que le sirven a la hidroeléctricas solo uno de ellos, el de El Peñol, con el que opera Guatapé, tiene una capacidad de regulación que supera el año, el resto de ellos es de solo 4 meses. Este riesgo es tanto mayor dada la circunstancia de que actualmente tenemos un déficit del 1,8% de la Oferta de Energía Firme (OEF), el cual puede superar el 3% para 2026.
En cuanto al riesgo inminente, gravitan sobre el sistema dos factores determinantes. El primero de ellos es el estrés del Sistema de Transmisión Nacional (STN), debido al déficit de la OEF con respecto a la demanda, que crece a un ritmo que duplica el crecimiento de la oferta. Según XM, que administra el mercado mayorista y opera el STN, en este momento la OEF está en 237.55 KWH y la demanda en 241.89 KWH, esto representa un déficit de -1,8%, el cual será mayor el año entrante, estimándose en -2,5%.
Ello obedece, a su vez, al ostensible atraso en la ejecución de importantes proyectos tanto de generación como de transmisión, empezando por Hidroituango, que ha debido entrar en operación en 2018, pero debido a una contingencia que se presentó de sus 8 unidades, con capacidad de 300 MW de potencia cada una, hasta la fecha solo han entrado 4.
Debido también a los 2.400 MW de capacidad de generación de energía eólica que fueron asignados en las subastas entre 2019 y 2021, parques eólicos a instalarse en La Guajira que hasta la fecha a duras penas ha entrado uno de ISAGEN de solo 24 MW, el 10%, equivalente al piloto Jepírache que instaló EPM de Medellín en el Cabo de la Vela hace 21 años.
El otro factor que amenaza con un riesgo de racionamiento inminente es la crítica situación financiera que afrontan las empresas comercializadoras de energía, debido fundamentalmente a la deuda de los usuarios por concepto de la Opción Tarifaria, cuyo saldo a septiembre de 2025 era de $2,5 billones, de los cuales el presidente Petro se comprometió en mayo del año pasado a asumir la de los estratos 1, 2 y 3, que representa el 80% de la misma, pero hasta la fecha es una promesa incumplida.
A ello se viene a sumar la deuda del Gobierno Nacional para cubrir los subsidios al consumo de los estratos 1, 2 y 3, que las empresas ya les descontaron y el Gobierno debe reintegrarles. Al corte de agosto la deuda ascendía a $2,4 billones. A ello se vienen a sumar deudas con las distribuidoras de gas natural de $760.000 millones y a las de GLP por $41.700 millones. Y lo más grave es que en el presupuesto de la actual vigencia solo se apropiaron los recursos para cubrir los subsidios del primer trimestre de este año.
Es decir que la partida de subsidios para los tres restantes trimestres está desfinanciada. De tal modo que el faltante en el presupuesto de la actual vigencia asciende a $3,6 billones, de los cuales $2,7 billones corresponden a energía eléctrica. Entre tanto, para la vigencia de 2026, en el proyecto de presupuesto de $8.9 billones que se van a requerir el aforo es de sólo $7,5 billones.
Esta situación llevó a la intervención por parte de la Superintendencia de Servicios Públicos de la empresa Air-e, que les presta el servicio a los departamentos del Atlántico, Magdalena y La Guajira. La razón fue su insolvencia, iliquidez y falta de flujo de la caja, que la llevó a acumular deudas con sus proveedores por $1,9 billones, la cual quedó en suspenso su pago con la intervención y la contraída con posterioridad a esta ya asciende a los $1,7 billones, de los cuales $1,5 billones corresponden a la deuda contraída con las empresas generadoras por la energía que le han despachado.
Entre tanto, la Superintendencia se ha cruzado de brazos, dice que el Fondo Empresarial que administra y que es la fuente de ingresos para las empresas intervenidas está también insolvente y por ello no le puede girar a Air-e ni un peso.
Tal situación llevó a los organismos de control (CGR y PGN) a pronunciarse alertando sobre el riesgo inminente de un apagón financiero de las empresas comercializadoras que puede dar lugar a un efecto dominó y conducir a una falla sistémica, que puede llegar a comprometer la prestación del servicio.
La reticencia del Gobierno en girar lo que adeuda a las empresas comercializadoras y evitar el colapso de Air-e, a sabiendas del riesgo inminente de un racionamiento, lo lleva a uno a concluir que, imitando la política que tiene al sector salud en la UCI, estamos en presencia de una crisis inducida del sector eléctrico. La Superintendencia, con su inacción se ha convertido en parte del problema.
*Exministro de Minas y Energía y miembro de Número de la ACCE.