Desafíos y oportunidades del GLP en América Latina

En un continente donde 90 millones de personas aún dependen de la leña para cocinar, el Gas Licuado del Petróleo (GLP) se erige como una solución para superar la pobreza energética y contribuir a una matriz más limpia. No obstante, la región enfrenta desafíos en infraestructura y regulación que impiden el crecimiento del mercado.

En el reciente Summit Internacional de GLP, organizado por Agremgas en Barranquilla, el 5 y 6 de junio pasados, la GUÍA DEL GAS habló con Fabricio Duarte, director Ejecutivo de la Asociación Iberoamericana de Gas Licuado del petróleo (AIGLP), quien señaló que el GLP es un energético clave para una matriz energética más limpia en la región.

Actualmente, el consumo de GLP en América Latina se mantiene estable en unos 30 millones de toneladas métricas al año. Sin embargo, la región solo produce alrededor de 15 millones de toneladas. Esto significa que por cada dos kilos de GLP consumidos, uno es importado, lo que subraya la necesidad de una infraestructura robusta para su almacenamiento y distribución. «Necesitamos tener más infraestructura en general en los países: mejores terminales y mejores infraestructuras de almacenamiento», afirma Duarte.

A pesar de su importancia, el crecimiento del mercado de GLP en Latinoamérica es lento, frenado principalmente por factores regulatorios y de infraestructura. La falta de certeza jurídica y regulatoria es, según Duarte, el «mantra» que impide las inversiones necesarias para modernizar y expandir la capacidad. “Sin esta estabilidad, es difícil atraer el capital privado requerido para construir terminales más grandes y eficientes, que permitan importar GLP a mejores precios y con una distribución más controlada”, dice el ejecutivo.

Otro factor que limita el crecimiento es la competencia del gas natural en las grandes ciudades, y la tendencia hacia la electrificación como parte de la transición energética. Aunque el GLP es complementario, muchos países lo ven como un competidor directo. Además, la alta informalidad e ilegalidad en el mercado de GLP en algunos países, que en Colombia es del 33% y puede alcanzar hasta el 50% en lugares como Perú, eleva los costos de fiscalización y distorsiona el mercado.

Combatir la pobreza energética

A pesar de los desafíos, el GLP tiene una enorme oportunidad de crecimiento en la región. Se estima que entre 80 y 90 millones de personas en Latinoamérica todavía consumen leña como principal fuente de energía para cocinar. Este es un punto donde el GLP puede generar un impacto significativo, no solo mejorando la matriz energética y reduciendo la huella de carbono, sino también combatiendo la pobreza energética.

Duarte destaca que las mujeres y niños son los más afectados por el uso de leña, que a menudo no es solo madera, sino una «mixtura de basura con madera» que incluye desechos con químicos. “Implementar políticas públicas efectivas para combatir el uso de leña y fomentar el consumo de GLP es donde podemos crecer de manera sostenible», asegura Duarte. También observa el potencial en el desarrollo del GLP vehicular (AutoGLP).

El inesperado impacto de los aranceles de EE.UU.

Por otro lado, en un giro sorprendente, los aranceles impuestos por Estados Unidos a China están teniendo un efecto positivo en los precios del GLP a nivel mundial, al menos temporalmente.

Dado que China es, de lejos, el mayor consumidor global de GLP, la reducción de sus importaciones ha generado un excedente en Estados Unidos. «Si China consumen menos, en Estados Unidos sobra más GLP, hay excedentes», explica Duarte. Esto ha llevado a una baja en los precios internacionales del GLP, creando una oportunidad para Latinoamérica de adquirir el combustible de forma más económica.

Lecciones desde la India

Para impulsar el consumo de GLP en América Latina, Fabricio Duarte señala el caso de India como un ejemplo de éxito. Aunque se hicieron grandes inversiones, la clave de su programa fue la comunicación y concientización. Dado que la India es una sociedad divida en castas, lograron que los líderes comunitarios educaran a la población sobre los daños a la salud que provoca la quema de leña y otros materiales.

«Allí, la autoridad, el señor que vive en el poblado fue consciente de que la leña es mala para su familia y no permitió usarla. En cambio, pasaron a utilizar el GLP», explica Duarte. A diferencia de la percepción de la leña como un recurso «gratis», el éxito de India radicó en hacer comprender el costo real y perverso de esta práctica para la salud y el bienestar.

El reto para Latinoamérica es cómo implementar un programa similar.