El Piedemonte provee la mitad del gas natural y del GLP que consume el país

Aunque sus campos están en etapa de declinación, el Piedemonte llanero provee hoy el 51 por ciento del gas natural y el 56 por ciento del GLP que consume Colombia.

Por: MARTÍN ROSAS*

El tren del Piedemonte que opera Ecopetrol, está conformado principalmente por tres áreas en el departamento de Casanare: Cusiana (Tauramena), Cupiagua (Aguazul), y Floreña-Pauto (Yopal).

Cusiana es el campo más antiguo. Perforado a finales de los 80, fue el hallazgo más grande de la década de los 90, y se convirtió en el principal proveedor de gas natural hacia el interior del país, lo que permitió masificar el servicio público a hogares, industrias y comercios.

Pero es un viejo cansado. De los 48 pozos actuales en producción del tren del Piedemonte, Cusiana tiene solo 9; y de los 270 millones de pies cúbicos diarios (MPCD) de capacidad de sus facilidades de tratamiento (CPF, por su sigla en inglés), hoy apenas pone 80 MPCD de gas en el Sistema Nacional de Transporte (SNT).

CPF CUPIAGUA / Foto: Martín Rosas.

Cupiagua, por su parte, fue descubierto en 1993 y su CPF entró en operaciones en 1998. Con 24 pozos productores y una capacidad de tratamiento de 210 MPCD, hoy entrega 200 MPCD, lo cual indica que su infraestructura trabaja al tope.

Floreña es el campo más reciente, un adolescente con los bríos propios de la edad. Actualmente tiene 15 pozos productores, uno exploratorio en plena perforación y varios prospectos en camino. Pero, por no tener facilidades, su producción se envía a Cusiana para su tratamiento y transporte.

Gracias a que los campos del Piedemonte son ricos en condensados, también producen buena cantidad de gas licuado del petróleo (GLP) y gasolinas naturales. Cusiana produce 6.500 barriles diarios de GLP y Cupiagua 7.600, que sumados representan el 56% del consumo nacional.

“El Piedemonte ha sido, es y será un importante suministrador de gas de Colombia, y se confirma como una de nuestras tres áreas de gas para el país”, dice Rafael Guzmán, vicepresidente Ejecutivo de Hidrocarburos de Ecopetrol.

En ese sentido, Francy Ramírez, gerente General de Producción de Gas, señala que la compañía está haciendo las inversiones para tratar de disminuir la declinación de los campos y que los volúmenes de producción se conserven al máximo.

Una de las estrategias es disminuir la reinyección de gas en los campos maduros, pero las mayores esperanzas están puestas en Floreña N 18, un pozo exploratorio que representa todo un desafío técnico para perforar las rocas duras del piedemonte hasta unos seis kilómetros de profundidad. Una labor nada fácil que comenzó en junio de 2024 y se espera termine en octubre de 2025.

De resultar positivo, con unas reservas estimados de 200 millones de barriles equivalentes, le daría un impulso a Floreña y extendería la vida útil del tren del Piedemonte.

Un poco de historia

La vocación hidrocarburífera del Piedemonte llanero inició en 1981 cuando se descubre gas natural en el campo Apiay, en el departamento del Meta, que permitió llevar gas inicialmente a Villavicencio y luego a Bogotá, donde se concentraba la mayor población del país y, por la tanto, el mayor potencial de consumo.

En la década de los ochenta la matriz energética del país estaba conformada por petróleo en un 48,4%, la leña representaba el 22,5%, la electricidad el 12,2%, el gas natural apenas el 5,7% y el GLP con el 2,4%.

Un agravante era que el mayor consumo de electricidad residencial se debía a la cocción de alimentos y calentadores de agua, que costaba cinco veces más que si se hiciera con gas natural y tres veces más con GLP. Una bomba de tiempo en el consumo energético, porque en ese momento la generación de electricidad estaba concentrada en manos del Estado, con altas deudas con la banca multilateral, lo que hizo que el sector adoleciera de falta de inversión y altos niveles de corrupción.

En la costa Caribe, aunque el uso del gas natural se había extendido desde los años setenta, gracias a los descubrimientos de Chuchupa y Ballena, se daba un contrasentido: las térmicas a gas producían electricidad que luego se usaba para cocinar, calentar agua o encender aires acondicionados, porque miles de residencias no contaban con gas natural domiciliario.

Ese modelo energético ineficiente y en crisis financiera fue lo que llevó al gobierno de Virgilio Barco en 1986 a crear el programa ‘Gas para el cambio’, que, sin embargo, no logró desactivar la bomba de tiempo que finalmente le estalló en las manos a César Gaviria con el apagón de 1992.

De ahí la importancia de los descubrimientos y desarrollo de Cusiana y Cupiagua, que comenzaron a proveer al país con más del 60% del gas natural, un energético eficiente, económico y menos contaminante, que dio pie a lo que en su momento se llamó ‘La revolución del gas natural’.

El Piedemonte llanero quiere seguir siendo protagonista de esta historia, mientras entran en producción los campos costa afuera, estimados para comienzos de la próxima década. Por eso, Ecopetrol mantiene una campaña exploratoria cercana a los activos con once prospectos, de los cuales cuatro ya están en etapa de exploración en Floreña y dos en Cupiagua.

Cusiana no tiene proyectos nuevos en ejecución, pero en su área de influencia está Odisea, que debe sortear primero un estudio hidrogeológico solicitado por las comunidades. Si logra las licencias respectivas, el viejo productor podría ser nuevamente el gran proveedor de gas natural de antaño y revertir la tendencia de la caída en las reservas.

*Por invitación de Ecopetrol.