Cada país y cada región debe establecer su propio camino hacia la transición energética, entendiendo las particularidades de cada uno. Una transición acelerado en países en desarrollo podría conllevar un retroceso.
En 2023, la Agencia Internacional de Energía declaró que el gas licuado del petróleo (GLP) es el combustible ideal para combatir la pobreza energetica.
Y esto es aún más cierto en América Latina, donde 90 millones de personas están en condición de pobreza energética. En Colombia 9,6 millones de personas (18,5% de la población) son pobres energéticos.
En ese sentido, Fabricio Duarte, director Ejecutivo de la Asociación Iberoamerican del GLP (AIGLP), señaló que la transición energética es un camino diverso en cada región del planeta, adaptado a las condicones socioeconómicas y de desarrollo de cada país. Y puso como ejemplo a Perú, donde existen tres regiones geográficas claramente diferenciadas: la costa, la sierra y la selva. Y cada una debe contar con su ruta hacia la transición energética.
“Acelerar la transición, siguiendo la narrativa de los países desarrollados, puede llevar a los latinoamercianos a regresar a la leña y otros combstibles perjudiciales para el medio ambiente y la salud de las personas”, dijo Duarte en la instalación del Tercer Summit Inernacional de GLP organizado por la Asociación Gremial Colombiana de Comercializadores de Gas (Agremgas).
“La Transición Energética no es dejar de consumir combustibles fósiles, sino transitar a una matriz energética con combustibles más limpios, equitativos, que incluyan a todas las personas, pero además que su suministro sea estable, confiable y sostenible”, agregó.
En ese sentido, resaltó que los gobierno deben promover la inversión, no la intervención, y darle al mercado seguridad jurídica y regulatoria.
Y es que el problema no es menor. En el mundo, 2.400 millones de personas todavía cocinan con combustibles altamente contaminantes, como el querosene, el carbon y la biomasa, donde está la leña. En Colombia, 1,6 millones de hogares aún cocinan con leña.
En ese entorno, “la narrativa del mundo desarrollado, centrada en ea uso de energías alternativas, eclipsa las necesidades del mundo en desarrollo”, sostuvo Duarte.
El combustible de la transición energética
Según el directivo, el combustible adecuado para la Transición Energética debe tener las siguientes características:
- Ambientalmente amigable
- Disponible y accesible para todos los estratos sociales
- Seguro para almacenamiento, manejo y uso
- Alta eficiencia energética
- Adaptable a una variedad de usos y aplicaciones
- Económicamente viable.
En esa línea, mencionó que el GLP es ideal para América Latina, pues casi el 100% de la polación podría tener acceso a este combustible. En uso de cocción de alimentos elimina de inmediato la pobreza energética y en uso vehícular reduce en un 30% la emisión de gases efecto invernadero.
Una transición energética precipitada, sin considerar estas realidades, podría resultar en retrocesos significativos, con el aumento del uso de leña debido al encarecimiento de las fuentes de energía intermedias, como el GLP y el gas natural, concluyó Duarte.