Industriales prenden alarmas por oferta de energía en Colombia

Hay un dicho que dice que lo urgente no da tiempo a lo importante. Este parece ser el caso del sector energético en Colombia. Con un fenómeno de El Niño apenas comenzando y una estrecha línea entre la oferta y la demanda, el Gobierno, el sector y la sociedad en general deben centrarse ahora en administrar la escasez, tanto de gas como de electricidad.

“Mientras no se aplique la consecuente política energética acompañada de una gestión activa y oportuna en regulación y el control, tal  como fueron diseñados, y entre tanto no se tenga la suficiente expansión (en gas y electricidad), los usuarios enfrentaremos falta de confiabilidad y precios inadecuados”, dijo Diego Jaramillo, presidente del Consejo Directivo de la Asociación Colombiana de Grandes Consumidores de Energía, Industriales y Comerciales (Asoenergía) en la instalación del 23 Congreso del gremio que se realizó el 13 de septiembre en Bogotá.

Los grandes consumidores de energía no regulados, especialmente la industria, expresaron sus preocupaciones frente a la oferta y la competitividad de energía, toda vez que los industriales no solo son los mayores consumidores de energía del país, un 33% del consumo total, sino que el costo de la misma representa en promedio una tercera parte de los costos de producción.

“En medio de una situación recurrente de estrés climatológico, de reservas insuficientes, de rezago en las decisiones y en la expansión del sistema, es indispensable incluir a la demanda en las decisiones sobre nuestros energéticos, su optimización, eficiencia, diseño y expansión de los sistemas, así como la estrategia y gerencia de la carga y consumo, y en los incentivos y esquemas de flexibilidad, confiabilidad y desarrollo futuro”, dijo Jaramillo.

Y es que de acuerdo con los conferencistas del Congreso, la situación es apremiante. Con el freno a nuevos contratos de exploración de hidrocarburos, la falta de nuevas subastas de energía en firme, el retraso de los proyectos de generación y transmisión, y un inminente fenómeno de El Niño, el país comenzará a presentar déficits de gas y electricidad hacia 2025-26.

“El tiempo ya nos cogió, el desafío está en no perder lo avanzado en penetración de gas y energía, porque no tendríamos una transición energética justa y caeríamos en una transición injusta, porque la oferta no va poder responder ante cualquier eventualidad”, alertó la excomisionada Daysi Cerquera.

Ante el fracaso de la convocatoria para la regasificadora del Pacífico y la expectativa a mediano plazo de los campos offshore, Cerquera dijo que la Agencia Nacional de Hidrocarburos debería estar concentrada en evaluar con las compañías como aumentar la producción y explorar las posibilidades que tiene Colombia de importar gas.

En ese sentido, Sandra Fonseca, directora Ejecutiva de Asoenergía, dijo que se debe establecer el papel que jugará la planta regasificadora de Cartagena a partir de 2026 y abrirla al mercado en general, además de tener en el radar la importación de Venezuela, aún en medio de la incertidumbre del estado del gasoducto y los costos y tiempos de su reparación, y si efectivamente el vecino país cuenta con el gas.

Por su parte, Mónica Contreras, presidente de la Transportadora de Gas Internacional (TGI), agregó que como medidas de emergencia se puede construir una segunda planta de regasificación en el Caribe y que la CREG expida la regulación tarifaria para remunerar la bidireccionalidad del gasoducto Barranca-Ballena, que ya cuenta con las obras.

Cabe señalar que esta bidireccionalidad tiene una capacidad inicial de 50 millones pies cúbicos diarios (MPCD). La reciente restricción de suministro en el Caribe fue de 35 MPCD, pero no pudieron ser enviados porque la CREG no ha expedido la regulación tarifaria.

“Vemos comprometida la confiabilidad en el corto y en el largo plazo y un riesgo importante por la falta de un marco que genere la competitividad de los sustitutos del gas natural como el GLP. Esperamos que las experiencias recientes nos guíen hacia una mejor condición. La propuesta de la nueva metodología de Comercialización desafortunadamente no apunta a buscar esa eficiencia, sino que impacta aún más al sector industrial”, dijo Jaramillo.

Si por el gas llueve…

Por el lado de la electricidad la situación también es crítica. Con una demanda que crece tres veces más que la oferta, el Gobierno no ha sacado nuevas subastas, los retrasos y la incertidumbre de proyectos de generación como Hidroituango y los de energía renovables de La Guajira, y los retrasos y obsolescencia de las redes de transmisión, han hecho que el sistema esté estresado y el valor del kilovatio hora haya superado los mil pesos en septiembre.

“En medio de las alertas por el efecto en los precios de energía eléctrica por la expansión retrasada, de conexiones de transmisión débiles, saturaciones de redes de energía en las regiones, restricciones de gas y espera de déficits de suministro de manera casi inmediata, el panorama no es alentador”, dijo Fonseca.

Además de la estrechez del mercado, existe un riesgo de ‘apagón financiero’ de algunas distribuidoras, que tienen a la fecha un déficit de cinco billones de pesos.

“XM está advirtiendo que se están presentando problemas para atender la demanda, debido a esto seremos los usuarios los que asumamos estos costos, tanto de la falta de suministro de energía, que inicialmente será sectorizada, así como de los sobrecostos que se ven reflejados en restricciones, en el valor de las pérdidas y en energía más costosa, ya que los proyectos con energía más barata no están listos, o no pueden entrar a generar debido a los retrasos, tanto en las redes de subtransmisión como en las redes de transmisión nacional, así como en los proyectos de generación”, agregó Jaramillo.

En fin, los panelistas del Congreso concluyeron que, ante la crisis energética que se avecina, Gobierno y sector deberían sentarse y plantear los dos o tres retos más urgentes para capotear la situación.

“Estamos esperanzados en que este gobierno por fin adopte soluciones largamente diagnosticadas y esperadas para lograr un suministro energético efectivo, eficiente y sólido, que ha venido deteriorándose en la medida en que las acciones de gobernanza han desconocido los resultados”, concluyó Sandra Fonseca.