Las incertidumbres de la transición energética

  • La meta es el crecimiento económico inclusivo y lograr la prosperidad. Pero, en el camino hacia la Gran Transición, vista hacia el 2060, es útil distinguir entre elementos que son relativamente previsibles y los que son importantes, pero inciertos.

Por: Jairo León García*

8 de marzo.   Al comienzo de una Gran Transición Energética global, donde se vive un momento de incertidumbre sin precedentes, el desafío es inmenso: se necesitan políticas, regulaciones y marcos comerciales que permitan ofrecer infraestructuras integradas, eficaces y eficientes, soluciones innovadoras de planificación urbana y respuestas de resiliencia adecuadas.

Una serie de tendencias implican un contexto fundamentalmente nuevo para el sistema energético mundial, sin embargo, tienen cierto grado de predictibilidad.

Entre estas tendencias predecibles tenemos la tasa de crecimiento de la población que se asume será menor a las de periodos anteriores (por ejemplo 1970 – 2015) con su correspondiente impacto sobre la mano de obra mundial, una gama de nuevas y potentes tecnologías y mayores consideraciones y exigencias globales sobre los límites ambientales del planeta, así como un cambio de poder económico y geopolítico hacia países por fuera de la OECD, con énfasis en Asia.

¿Qué es incierto en el camino hacia la Gran Transición? En particular, el resultado al 2060 de las siguientes incertidumbres será fundamental para determinar las especificidades del futuro mundo de la energía:

  • El ritmo de la innovación y la productividad.
  • La evolución de la gobernanza internacional y el cambio geopolítico.
  • La prioridad dada a la sostenibilidad y al cambio climático (descarbonización).
  • Las herramientas de acción seleccionadas: mercado vs directivas estatales.

En relación con la incertidumbre de la “sostenibilidad y el cambio climático”, la prioridad que el público y los gobiernos asignan a la amplia gama de cuestiones ambientales se ve hoy comprometida.

Los compromisos de los gobiernos con respecto a la COP21 no son lo suficientemente sustanciales como para mantenerse dentro del presupuesto de carbono de 1.000 Gt de CO₂, necesario para mantener la temperatura por debajo de 2°C, el límite superior incluido en el Acuerdo de París 2015.

Por otra parte, la decisión del gobierno de los Estados Unidos de apartarse del Acuerdo de las Partes de París 2015, introduce más incertidumbre sobre el cumplimiento de la meta global de mantener la temperatura por debajo de 2°C, propósito que requerirá tasas globales de reducción de emisiones de carbono, mínimo de 3% por año.

Los vientos favorables a la descarbonización rápida (mitigación de emisiones) son las curvas de aprendizaje tecnológico que acercan el costo de las energías renovables a la paridad de combustibles fósiles -como en el caso de la energía solar- y el desarrollo de opciones económicas de captura y almacenamiento de carbono.

Las tecnologías de descarbonización en muchos países ofrecen beneficios compartidos con la seguridad energética y la salud pública. En la medida en que la adaptación al cambio climático se convierta en un enfoque clave, también será importante apreciar los beneficios de la construcción de infraestructuras resilientes.

Sin embargo, los vientos a contracorriente para la descarbonización -como el alto costo de tecnologías amigables con el clima, así como las preocupaciones sobre cómo lograr la asequibilidad, la equidad y el acceso a la energía- podrían retardar la evolución de la descarbonización.

Igualmente, el débil desarrollo económico podría limitar las inversiones y la capacidad de promover estas tecnologías. En este contexto, la gran tarea para Colombia pasa por reducir la vulnerabilidad de su canasta energética, ambientalmente limpia, a los fenómenos climáticos extremos, incorporando energéticos como el gas y las renovables no convencionales.

Los intereses del sector deben inscribirse en el marco del interés general, convergiendo hacia el cumplimiento de la “Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible (ONU)” en la cual, la energía sostenible es central para los grandes desafíos y oportunidades que enfrenta la humanidad actualmente: el empleo, la seguridad, el cambio climático, la producción de alimentos, la eliminación de la pobreza y el diseño de ciudades, entre otros.

*Secretario Académico Consejo Mundial de Energía Colombia

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