Los hidrocarburos seguirán siendo clave hasta 2050

Los retos de la transición energética marcaron la agenda de la VIII Cumbre de Petróleo, Gas y Energía en Cartagena, donde expertos alertaron que el mundo seguirá demandando hidrocarburos hasta 2050 y que Colombia debe prepararse para ese escenario.

La transición energética dejó de ser una discusión tecnológica para convertirse en el eje que determinará la seguridad económica y energética de Colombia en las próximas décadas. Esa fue la conclusión central que dejó la VIII Cumbre de Petróleo, Gas y Energía realizada en Cartagena, donde panelistas nacionales e internacionales coincidieron en que el país enfrenta retos decisivos en materia de abastecimiento, inversión, señal regulatoria y seguridad energética.

Entre los conferencistas internacionales estuvo Jaime Brito, director Ejecutivo de Refinación y Productos Petrolíferos de OPIS, una de las consultoras de inteligencia energética más influyentes del mundo. Su presentación, centrada en los retos de la transición energética a largo plazo, tuvo un mensaje clave: el escenario global exige realismo, datos y decisiones estratégicas basadas en evidencia, no en escenarios aspiracionales.

“La presentación fue sobre el futuro. Me dio gusto ver que en la Cumbre mostraron una Colombia del 2040 produciendo 1,5 millones de barriles por día. Nosotros coincidimos en ese horizonte: habrá avance en transición energética, pero el mundo seguirá necesitando petróleo y gas hasta 2050 y más allá”, dijo Brito durante una entrevista con la Guía del Gas.

Un mundo que seguirá demandando hidrocarburos

Uno de los puntos más contundentes tuvo que ver con el consumo global de hidrocarburos. Según Brito, el pico de demanda de combustibles tradicionales, gasolina y diésel, llegará, pero no implicará el fin del petróleo. La razón: otros derivados, especialmente la nafta y el GLP, crecerán de forma significativa impulsados por el sector petroquímico.

El experto explicó que incluso las refinerías podrán ajustar su operación para responder a esa demanda sin dejar de ser competitivas. “Una refinería puede reducir producción de gasolina, pero aumentar nafta. La petroquímica la va a necesitar cada vez más, y esa materia prima proviene del petróleo y del gas”.

Los retos de la transición energética, en este contexto, no implican abandonar los hidrocarburos, sino gestionar un equilibrio que permita garantizar energía, competitividad e ingresos públicos, mientras avanza la diversificación.

El impacto real de los vehículos eléctricos ha sido mínimo

Aunque en el debate público se repite la idea que los vehículos eléctricos están transformando el mercado petrolero, Brito entregó un panorama distinto.

Recordó que incluso en Estados Unidos, un país con dos décadas de incentivos a la movilidad limpia, el consumo de gasolina no ha caído de forma estructural. De hecho, aumentó. ¿El motivo? El comportamiento del consumidor.

“Estados Unidos lleva 25 años incentivando carros híbridos y eléctricos, pero el consumo no cayó. El estadounidense promedio decidió comprar vehículos más grandes y pesados. El cambio tecnológico no sustituye automáticamente el comportamiento real del mercado”.

A escala global, señaló que los carros eléctricos representan apenas entre 3% y 4% de la flota total. Pretender que ese porcentaje transformará el mercado petrolero en los próximos años es desconocer la dinámica de adopción tecnológica y los ritmos de renovación vehicular en países emergentes.

¿Es rentable explorar petróleo?

Brito explicó que los precios proyectados del petróleo, entre 62 y 67 dólares por barril para los próximos años, son adecuados para la mayoría de productores. Los costos varían según el tipo de operación, pero incluso los métodos más complejos permiten márgenes.

“Explorar sigue siendo rentable. Un ciclo completo puede requerir costos entre 30 y 50 dólares por barril, pero pozos ya desarrollados pueden operar por 5 o 10 dólares. Mientras el barril esté entre 62 y 67 dólares, los productores tienen buenos resultados”.

Esta proyección tiene implicaciones directas para Colombia: sin explorar ni reponer reservas, la discusión sobre transición se vuelve retórica.

Un sector público-privado fortalecido es clave

Brito destacó que Colombia tiene una ventaja: su ecosistema sectorial. La Cumbre logra reunir en un mismo espacio a empresas privadas, Ecopetrol, la Upme, la ANH, el Ministerio de Energía y compañías globales de análisis y consultoría. No todos los países cuentan con esa articulación.

“He hablado en conferencias en varias partes del mundo y no he visto un evento tan grande que reúna a todos los gremios del sector. Aquí están el Gobierno, la industria, los técnicos, los proveedores y quienes producimos inteligencia de mercado. Es un gremio unido aportando valor”.

El mensaje es claro: la transición energética no podrá enfrentarse sin instituciones fuertes, sin diálogo técnico y sin confianza del inversionista.

Si algo quedó claro en Cartagena es que el país enfrenta una agenda compleja. Los retos de la transición energética no son un tema conceptual, sino un desafío operativo y económico que involucra:

Reposición de reservas: El país tiene menos de ocho años de autosuficiencia petrolera y cerca de siete en gas. La falta de reposición condiciona la seguridad energética y las finanzas públicas.

Señal regulatoria: Los inversionistas necesitan reglas claras, estables y técnicas. Los cambios regulatorios improvisados paralizan decisiones cruciales.

Infraestructura: Colombia requiere ampliaciones en transporte, almacenamiento y refinación si quiere responder al aumento de demanda de nafta y GLP hacia 2050.

● Planeación realista: El país debe evitar escenarios basados en deseos. El diagnóstico global indica que el mundo seguirá requiriendo petróleo y gas en las próximas décadas.

Un evento que reflejó hacia dónde va el sector

La VIII Cumbre de Petróleo y Gas dejó un mensaje contundente: los retos de la transición energética exigen decisiones inmediatas, inversiones de largo plazo y un enfoque pragmático. No se trata de escoger entre petróleo o renovables, sino de administrar un sistema energético que necesita estabilidad mientras avanza hacia nuevas tecnologías.

“Los hidrocarburos seguirán siendo relevantes. El mundo los consumirá más allá de 2050. Colombia tiene que tomar decisiones estratégicas desde ahora y desarrollar cualquier pozo o infraestructura que pueda aportar a ese futuro. El país no puede darse el lujo de frenar su sector energético”, concluyó Brito.