Realidad y perspectivas del GLP en Colombia

A propósito del Segundo Congreso Internacional del GLP que realizó Gasnova en Bogotá entre el 20 y 21 de agosto, reproducimos una columna del exministro Amylkar Acosta, sobre la realidad del GLP en Colombia.

Por: AMYLKAR D. ACOSTA M.*

21 de agosto de 2019.   En el ranking del Consejo Mundial de Energía (WEC, por su sigla en inglés) en 2013 el Sistema energético colombiano ocupaba el 7º lugar entre 124 países evaluados. Pero, al discriminar en los resultados de su Trilema nos encontramos con que mientras en Sostenibilidad energética es el 4º lugar y en Seguridad energética el 5º, en cambio en Equidad energética ocupa el no honroso lugar 85º. Y ello se debe a que el acceso a los energéticos sigue siendo una asignatura pendiente, sobre todo en las zonas rurales.

En Colombia solo el 17% de la energía que se consume es eléctrica y el 80% de la energía que consume la industria es de origen fósil. De ello se sigue que tanto en generación eléctrica como en la industria hay nichos de mercado importantes para el Gas Licuado de Petróleo (GLP), más conocido como gas propano. Este tiene una larga historia en Colombia en paralelo con el gas natural; es más este penetró y se expandió a todo el país gracias a la cultura del gas forjada por el GLP. Fue el caso de Bogotá, donde antes de que llegaran las primeras entregas de gas natural desde el campo de Apiay, el GLP le abrió el camino como sucedáneo del cocinol, que se consumía en 260 mil hogares hasta los albores de la década de los 90 del siglo XX.

Colombia adquirió un serio compromiso con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), la Agenda de París (COP21/2015) y con la OCDE y con la meta de reducir en un 20% las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) hacia el 2030. El GLP es un aliado, un complemento necesario, para alcanzarla, en la medida que contribuye a la reducción de las emisiones de GEI, además de su versatilidad, portabilidad y asequibilidad.

Más de 1.5 millones de hogares en Colombia usan leña o carbón vegetal para la cocción de sus alimentos, con una ínfima eficiencia energética, que oscila entre el 5% y el 15%. Su uso contribuye a la deforestación que ha crecido 23% en 2016 y 32% en 2017, al punto que en este último año se talaron 219.000 hectáreas de bosques.

Según la UPME, más del 60% de la oferta de energía primaria para el sector residencial corresponde a la leña, sin embargo la población atendida con gas natural (9´495.000 hogares) supera con creces la que emplea la leña para la cocción de sus alimentos (982.000 hogares). Es más al comparar la oferta total de energía primaria proveniente de las hidroeléctricas y de la leña en el 2016, nos topamos con la sorpresa que esta última casi alcanza a aquella (124.964 GBTU contra 167.081 GBTU). Ello pone de manifiesto la ineficiencia que acusa el uso de la leña como energético y el desperdicio de la misma.

Es urgente sustituir el uso de la biomasa para la cocción, en el campo especialmente, deteniendo esta depredación y reduciendo la morbo-mortalidad por cuenta de la contaminación que genera su combustión. Las cifras son alarmantes: en Colombia se registran cada año 2.286 muertes y 1,2 millones de enfermos por causas asociadas a la contaminación del aire intramural, amén del 42% de los casos de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Por lo demás, según el DNP, los costos asumidos por el Estado por cuenta de las muertes prematuras y la atención de los enfermos superan los $3 billones anuales, equivalente al 0,38% del PIB de 2015.

A nuestro paso por el Ministerio de Minas y Energía implementamos un plan piloto para el suministro de GLP en cilindros en tres departamentos del sur del país (Nariño, Putumayo y Caquetá), con los estratos 1 y 2 como población objetivo, el cual, según la auditoría externa de dicho programa ha tenido un rotundo éxito.

Gracias a ese Programa se redujo ostensiblemente el consumo de leña, pasando del 25% al 1,14%, y de carbón vegetal (del 4% al 0,04%) en su área de influencia, y se redujo en 19% la prevalencia de enfermedades respiratorias. Para ello se dispuso de los recursos para subsidiar a las familias beneficiarias, 50% del consumo en el estrato 1 y 40% en el estrato 2. Hemos propuesto amplificarlo y extenderlo a otras regiones del país. De hecho el servicio de GLP tiene una cobertura actualmente de 69% de usuarios del estrato 1 y 25% del estrato 2, llegando hasta 922 municipios del país. Una de las fuentes para cubrir los subsidios necesarios para ello es el Fondo para una Colombia Sostenible, que propende por la “conservación de fuentes hídricas y la protección de ecosistemas”, que le viene como anillo al dedo. 

Igualmente, planteamos la gran oportunidad de reemplazar el consumo de diésel y/o fuel oil para generar energía en las zonas no interconectadas del país (ZNI) que, además de distantes son de difícil acceso y con una muy baja densidad poblacional, toda vez que cuesta más el transporte del combustible que el combustible mismo.

El GLP, además de ser menos costoso es mucho más eficiente que el diésel que se utiliza para la generación de energía. Si sustituyéramos los volúmenes de combustibles líquidos que demandan las plantas generadoras en 10 departamentos, según GASNOVA, se requerirían 665.759 Kg/mes de GLP, en reemplazo de los 804.264galones/mes de electrocombustible. Y de contera se ahorrarían los $301.278´486.189 que tuvo que transferir el Instituto de Planificación y Promoción de Soluciones Energéticas (IPSE) en 2017 a los operadores de las plantas por concepto de subsidio al combustible.

El GLP tiene muchas posibilidades de tener un mayor peso en la matriz energética del país, pero para ello es menester ampliar la oferta del mismo (hoy restringida), la cual podrá darse a partir de 2019 una vez que entre en operación la Planta de Cupiagua, en Casanare. Además, ya se cuenta con un puerto de ECOPETROL, con capacidad de 2.500 toneladas/mes y otro por parte del Consorcio G5, con capacidad de 6.000 toneladas/mes, en Mamonal (Cartagena), para importarlo desde los EEUU, el mayor productor mundial de GLP, cuyo precio resulta competitivo.

El GLP tiene un gran futuro por delante y está llamado a contribuir a mejorarle las condiciones de vida a la población más vulnerable del país. Además del consumo domiciliario y de la industria, susceptible de ampliarse aún más, otro nicho de mercado importante para el GLP es el Autogas, como ya viene sucediendo en el resto del mundo, donde circulan 27 millones de vehículos que usan el GLP como combustible motor.

El Gobierno Nacional está en mora de establecerle un marco normativo para que el GLP ande sobre ruedas. De hecho el Ministerio de Minas y Energía autorizó las pruebas piloto en el territorio nacional para efectos de evaluar su desempeño, mediante la Resolución 40577 de junio de 2016. Pero, para que ello sea posible se requiere nivelar la cancha con el gas natural, que hoy aventaja al GLP gracias a que cuenta con los incentivos de los que este último carece. El contraste es evidente, mientras el subsidio presupuestado para el consumo de gas natural fue de $721.865 millones para 2018, para el consumo de GLP sólo se apropiaron $55.576 millones, beneficiando a sólo el 1,1% de la población.

Además, en la medida que se cuenta con un mercado maduro, el mismo está urgido de un Gestor del Mercado, similar al del gas natural, que ponga orden y genere información confiable, al tiempo que facilite las transacciones y morigere la volatilidad del precio. Para ello sólo es menester formalizar y fortalecer el Comité Operativo que ha venido funcionando desde 2017.

No estamos en pañales, pero sí tenemos mucho por hacer para integrar aún más el GLP a nuestra canasta energética, la cual debe responder a un planeamiento energético integral.  

*Exministro de Minas y Energía

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