Una de cada tres personas aún cocina con leña en el mundo

Un informe calcula que 8.000 millones de dólares al año podrían garantizar que todo el mundo tenga acceso a una cocina limpia de aquí a 2030, equivalente a menos del 1% de lo que se gasta en subsidios para combustibles.

Casi un tercio de la población mundial, unos 2.300 millones de personas, sigue cocinando con fuegos abiertos o cocinas básicas que dañan su salud y el medio ambiente, según un informe publicado a finales de julio por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y el Grupo del Banco Africano de Desarrollo (BAD).

Esto es lo que se conoce como pobreza energética, que tiene enormes implicaciones en la equidad de género, al ser las mujeres las mayormente afectadas por esta situación, además de los gastos en salud y la deforestación para los países.

Los investigadores calculan que para garantizar que todos los hogares del mundo tengan acceso a una cocina limpia de aquí a 2030 habría que gastar unos 8.000 millones de dólares al año.

«La falta de acceso a una cocina limpia repercute negativamente en la salud pública, perpetúa la deforestación y aumenta las emisiones de gases de efecto invernadero», declaró el presidente del BAD, Akinwumi Adesina.

El informe estima que la recogida de leña y carbón vegetal para cocinar provoca cada año la pérdida de superficies forestales del tamaño de Irlanda.

Asimismo, el documento señala que la exposición al humo procedente del carbón vegetal, la leña, el carbón, los residuos agrícolas y el estiércol animal quemados para preparar comidas causa 3,7 millones de muertes prematuras, lo que la sitúa como la tercera causa de muerte prematura a nivel mundial.

Los peores efectos de la falta de cocinas limpias recaen principalmente en los hombros de las mujeres, que suelen encargarse de preparar la comida y recoger el combustible, una actividad que podría mantenerlas ocupadas varias horas al día, lo que las aleja de la educación o el empleo.

Progresos en Asia, pero deterioro en África

Mientras que China, India e Indonesia han reducido a la mitad el número de ciudadanos que carecen de acceso a una cocina limpia desde 2010, la situación ha empeorado en África.

Los autores del estudio advierten que, si no hay un giro para modificar las tendencias actuales, en la mayor parte de los países africanos no se habrá completado la transición a unas «cocinas limpias» ni siquiera en la década de 2050.

La AIE y el BAD señalaron que los 8.000 millones de dólares en inversiones anuales equivalen a menos del uno por ciento de lo que los gobiernos gastaron el año pasado en subsidios a los combustibles.

«Resolver el acceso a la cocina limpia no requiere un gran avance tecnológico», afirmó el director Ejecutivo de la AIE, Fatih Birol. «Se reduce a la voluntad política de los gobiernos, los bancos de desarrollo y otras entidades que buscan erradicar la pobreza y la desigualdad de género», agregó.

En Colombia, el número de hogares que aún cocinan con leña asciende a los 1,6 millones, afectando a cerca de cuatro millones de personas, en su mayoría mujeres y niños.

El papel del GLP

El análisis de la AIE identifica un escenario realista y de menor costo para lograr una cocción limpia universal, que requiere soluciones que están disponibles comercialmente en la actualidad.

Y el gas licuado del petróleo (GLP) sigue siendo la solución principal para brindar acceso a cocinas limpias, lo que representa casi la mitad de los hogares que obtendrán acceso hasta 2030.

En la última década, el 70 % de los que obtuvieron acceso lo hicieron a través del GLP, mientras que la cocina eléctrica se convierte en la principal opción para que uno de cada ocho hogares obtenga acceso para 2030. 

La cocina eléctrica se beneficia de la reducción de las importaciones de GLP, pero enfrenta desafíos debido a las altas tarifas de acceso a la electricidad y las redes poco confiables en algunas regiones del planeta. 

En áreas rurales, donde se carece de infraestructura de combustible y electricidad, las estufas mejoradas (ICS, por sus siglas en inglés) sirven como una solución provisional para brindar beneficios para la salud y ahorro de tiempo a corto plazo. 

Si se hacen cumplir los estándares mínimos de rendimiento, las ICS reducen las necesidades de combustible entre un 20 y un 70 % y reducen drásticamente el humo y los gases peligrosos, concluye el informe.