Contrario a la promesa del gobierno Petro de reindustrializar a Colombia, lo que realmente se está viviendo es una desindustrialización del país.
La consuetudinaria falta de una política energética de Estado que ha adolecido el país prácticamente a lo largo de toda su historia, se agravó con el actual gobierno, que, empecinado en atacar a todas las cadenas energéticas, declararle la guerra a las fuentes fósiles, desarticular el esquema institucional que había funcionado en los últimos treinta años y no construir los proyectos de expansión, llevó al país a la actual escasez de los principales energéticos: gas natural, electricidad y gas licuado del petróleo (GLP).
Así quedó en evidencia en el Congreso de la Asociación Colombiana de Grandes Consumidores de Energía Industriales y Comerciales (Asoenergía), que se realizó en Bogotá el pasado 18 de septiembre.
“Claramente el tema energético está limitando el crecimiento de la producción industrial en el país”, dijo Sandra Fonseca, directora Ejecutiva del gremio, al cierre del certamen.
Y agregó que la desindustrialización se evidencia en que en lo que va corrido del 2025 la demanda de gas natural del sector industrial se ha reducido en 8% ante la falta de oferta del energético. Pero lo peor está por venir: en 2026 se estima que esa reducción sea del 20% y para 2027, del 50%.
Igual sucede con otros energéticos esenciales como la electricidad y el GLP. La estrechez entre oferta y demanda de electricidad no permite que las distribuidoras atiendan más demanda, lo que ha obligado a algunas industrias a sustituir energéticos y volver al carbón, autogenerar su propia electricidad hasta donde les es posible o, definitivamente, bajar los niveles de producción o trasladarla a otros países, especialmente a Brasil, Ecuador y Perú.
Por el lado del GLP, las restricciones también tienen prendidas las alarmas. Ante la reducción de la oferta nacional por parte de Ecopetrol, el sector privado ha venido aumentando las facilidades de importación, con una capacidad cercana a las 30.000 toneladas y con proyecciones de duplicarla en el 2027. Pero, según Asoenergía, esa oferta solo puede remplazar el diez por ciento del consumo de gas natural de la industria.
Ante el desbarajuste institucional que tiene prácticamente paralizado al sector, Fonseca fue enfática en que cada empresa e institución debe cumplir su rol como está establecido en las normas, y también acogió una propuesta de Mauricio Rodríguez, gerente General de Cosenit, que ejerce la Secretaría Técnica de Asoenergía, en el sentido de crear un Consejo Energético Nacional, que reúna a todos los gremios del sector y sea el gran interlocutor del Gobierno para dictar y ejecutar la política energética.

“Es urgente tomar medidas. Se debe liderar un proceso de unificación de criterios y de aportes de todos los agentes, tanto de los inversionistas y los promotores, como de la demanda, de las entidades y las autoridades. Creo que debe ser la UPME quien lidere una especie de Consejo Energético o comité para que se coordinen todas las acciones y tomemos medidas de manera conjunta y no que se vea lo que estamos viendo: un conflicto de confiabilidad entre los criterios de gas y los criterios eléctricos. Eso no puede pasar, porque al no haber gas se aumenta la demanda de energía eléctrica y lo que hacemos es poner en estado crítico a la energía eléctrica”, dijo Fonseca.
No obstante, señaló que por parte del Gobierno “hay una negación de que la situación es tan crítica y de que tenemos un problema de abastecimiento energético en el sector industrial, y eso se ve reflejado, por ejemplo, en que se considera que solo se debe abastecer lo que el gobierno llama la demanda esencial de gas, que es la residencial y algunos otros sectores, sin considerar que es importante abastecer la demanda de la industria, pues al no tener gas, simplemente no puede haber un crecimiento industrial.”
Y es que, al ser considerada como demanda no esencial o usuario no regulado, a la industria es al primer sector al que se le corta el servicio cuando hay restricciones o racionamiento.
“Poner en situaciones de déficit y de falta del energético a la industria nacional como el último eslabón de la cadena para entregarle gas, es un error en mi concepto gravísimo. Gravísimo porque se está tentando con lo fundamental del país, que es su producción, su mantenimiento y su supervivencia”, dijo Rodríguez.
“Lo que se viene a partir del primero de diciembre de este año es realmente catastrófico e impactante para la industria nacional y por lo tanto para el país. No estoy de acuerdo en esa definición de prioridades”, concluyó.