Energía, ¿la próxima crisis?

Si bien el país logró superar sin apagones el reciente Fenómeno de El Niño, el fantasma del racionamiento pende como una espada de Damocles sobre el sistema eléctrico. Para finales de 2026 comenzaría un déficit de por lo menos el 2% de la demanda de electricidad, a la que se le sumará una escasez de gas.

Expertos vaticinan que para el periodo 2025-2026 el sistema eléctrico colombiano apenas estará ajustado en un equilibrio entre la oferta y la demanda, del tal manera que no hay espacio para que falle alguna planta de generación o alguna línea de transmisión.

En 2027 comenzaría un déficit de energía del 2% y por cada año que pase se le adicionaría por lo menos otro 2%. Así lo muestran las cifras y lo confirma Alejandro Castañeda, director Ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Generadoras (ANDEG), que agrupa a la mayoría de las plantas térmicas del país, que conforman el 23% de la capacidad instalada total.

Como si fuera poco, Ecopetrol anunció que para 2026 el país debe comenzar a importar gas para suplir un déficit estimaod en el 17% del consumo. Lo preocupante es que el gobierno no da las señales adecuadas para enfrentar esos faltantes.

No hay señales en expansión de generación en firme, pues si se quiere enfrentar el déficit ya se debería estar convocando una subasta de cargo por confiabilidad, por lo demás, abierta a todas las tecnologías, incluida la térmica, que es la que le da confiabilidad al sistema, como quedó demostrado en el reciente Niño. De no ser por la planta de importación de gas de Cartagena, el país se habría apagado.

En su punto más crítico, las térmicas aportaron el 65% de la energía al Sistema Inerconectado Nacional (SIN). Pero ahí surge otra preocupación, y es que en caso que se le de espacio a nuevos proyectos térmicos el país no está en capacidad de proporcionar el gas, que es el combustible más limpio de todas las opciones.

Actualmente no hay gas para nuevos clientes, las reservas siguen cayendo desde hace más de diez años, el gobierno se niega a otorgar nuevos contratos de exploración y está empecinado en traer a toda costa gas de Venezuela, el peor socio de la región, incurriendo no solo en costos millonarios por parte de Ecopetrol para rehabilitar el gasoducto transnacional, sino con la incertidumbre de suministro que genera un gobierno que se maneja al capricho de su dictador.

Los nubarrones están en el horizonte del todo el sistema energético nacional y el gobierno hace oídos sordos, empecinado en su narrativa que todo lo hecho hasta ahora es obra del neoliberalismo y por tal motivo todo es malo.

Con un agravante adicional, y es que la institucionalidad y la seguridad jurídica de que gozaba el sector energético se ha deteriorado en los últimos años. El regulador permanece inoperante. En 2033 la CREG apenas emitió 35 resoluciones, mientras en un año normal expedía entre 250 y 300 resoluciones. Además, sigue latente la amenaza del presidente de intervenir las tarifas, lo cual desestimularía por completo el ingreso de nuevas inversiones al sector.

Como medida paliativa, ANDEG  sugiere hacer una subasta de reconfiguración, para que unas tres o cuatro plantas térmicas entren a aportar al cargo por confiabilidad, pero esto solo alcanzaría para suplir el aumento de la demanda de un año.

La situación es crítica y los gremios del sector se lo han hecho saber al gobierno. Si bien las fuentes renovables (eólica y solar) son bienvenidas en la transición energética, estas no dan confiabilidad al sistema y se encesitaría instalar unas 15 veces la capacidad de una térmica para suplir la generación de esta.

Además, está la dificultad del ingreso de nuevos proyectos, independiente de la tecnología que sea. Según Castañeda, hasta 2019 cuatro de cada diez proyectos de generación morían en el camino; a partir de 2020 siete de cada diez no llegan a feliz término.

Esto sin contar con los problemas de toda índole en la construcción de proyectos de transmisión, como es el caso de la línea Custecitas, que en teoría debería haberse demorado cuatro años y ya lleva diez, sin que nada asegure que llegará a feliz término.

Así como está ocurriendo con la seguridad en las regiones y el sector salud, ¿la energética será la próxima crisis provocada por el gobierno? Esto es lo que se preguntan algunos agentes del mercado.