Aggreko lanzó el «Informe sobre la Transición Energética en América Latina: estrategias, barreras y oportunidades». Este material ofrece análisis e ideas para los profesionales del sector energético de la región, para comprender las tendencias, desafíos y oportunidades emergentes en este contexto dinámico.
En los últimos años, América Latina ha experimentado una importante transformación de la industria energética, con un creciente interés por las fuentes más limpias y sostenibles. Aunque la transición energética en Colombia ha sido gradual, se han desarrollado diversos proyectos para impulsar este cambio. Uno de ellos ha sido la Ley de Transición Energética de 2021, la cual busca promover el uso de fuentes no convencionales de energía y establecer disposiciones relacionadas con la transición energética en el país.
A pesar de los esfuerzos realizados para avanzar en esta transición, la mayoría de la población sigue dependiendo principalmente de la energía hidroeléctrica. Eventos como el fenómeno de El Niño han tenido un impacto significativo en varios embalses cercanos a Bogotá, lo cual ha afectado tanto el suministro de agua como la generación de energía. Ante esta situación, el gobierno local ha implementado medidas para mitigar estos efectos, incluyendo la reducción del consumo de agua.
En este contexto, Aggreko realizó un estudio con más de 830 profesionales del sector eléctrico e infraestructuras, desde concesionarias y empresas de T&D, hasta agencias reguladoras, empresas de DG y proveedores de servicios relacionados con los servicios públicos, en 13 países de América Latina, entre gerentes, directores, supervisores, ingenieros y consultores. El objetivo es comprender cómo las empresas abordan los desafíos y oportunidades de la transición hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles.
«Al observar los análisis obtenidos en este estudio, existe una clara tendencia en América Latina hacia un futuro energético más sostenible», dijo Hugo Domínguez, líder del Sector de Servicios Públicos/Infraestructura Eléctrica para América Latina y el Caribe de Aggreko.
«Estos descubrimientos refuerzan la necesidad de un enfoque colaborativo entre empresas, gobiernos y entidades reguladas para crear un entorno más favorable para la transición energética en la región. Solo con una cooperación efectiva y estrategias bien planificadas, considerando los desafíos y oportunidades identificados, será posible promover esta transformación hacia un futuro energético más sostenible y resiliente», dijo.
Entre sus descubrimientos está una preferencia por la Energía como Servicio (35%) como modelo de negocio, en el cual una empresa proporciona y gestiona todos los aspectos de infraestructura de energía para sus clientes, incluyendo instalación, operación, mantenimiento e incluso financiamiento de sistemas de energía.
A continuación aparecen O&M – Funcionamiento y mantenimiento (32%) – modelo en el que una empresa prestadora de servicios es responsable de garantizar que las instalaciones funcionen de manera eficiente y confiable a lo largo del tiempo, y «Direct Selling» (19%), que involucra la venta directa de energía, donde los proveedores de
energía venden electricidad u otros servicios directamente a los consumidores financieros, sin intermediarios. Algunos países específicos se encuentran en sus escuelas, como Colombia, donde apenas el 13% se siente más cómodo con el modelo O&M, con un 55% prefiriendo «Energía como servicio». En Chile, la preferencia se invierte, con un 40% prefiriendo O&M.
La investigación también revela que las empresas tienen una visión general positiva en relación con la transición hacia fuentes de energía sostenible, con un 65% considerando una oportunidad significativa. Cerca del 34% de los encuestados ven la transición hacia fuentes de energía sostenible como una prioridad máxima y ya tienen planes en vigor. Otro 20% se clasifica entre las tres principales preocupaciones relacionadas con los negocios.
Respecto a las fuentes consideradas protagonistas de esta transición, el 84% menciona la energía solar, el 72% la energía eólica y el 43% el agua. Patricio Valenzuela, vicegerente de Operaciones en Tiempo Real del Coordinador Eléctrico Nacional de Chile, organización independiente sin fines de lucro que tiene el rol de operar el sistema eléctrico, comparte los avances observados en el sector energético chileno: «Estamos licitando condensadores síncronos e innovando en colaboración con especialistas para enfrentar los desafíos asociados a la intermitencia de fuentes renovables. Las proyecciones indican que, entre 2024 y 2025, habrá meses en los que durante las horas de sol tendremos costo cero a nivel nacional, o que abrirán oportunidades para el almacenamiento de energía mediante baterías».
Además, las tecnologías emergentes, como la hidrogenación y el almacenamiento de energía de baterías, están ganando fuerza, indicando una atención especial a las innovaciones que impulsan la transición. Es importante destacar que las soluciones híbridas (26%), que combinan fuentes renovables y fósiles, también se consideran importantes.
El factor más relevante a trabajar para incrementar la penetración de las energías renovables, o la inversión estructural, fue destacado por el 35% de los entrevistados. Dicha inversión podría incluir el desarrollo de infraestructura, la modernización de las redes eléctricas y la mejora de las instalaciones para dar cabida a fuentes de energía limpia. El 22% de los entrevistados también destaca la integración de soluciones de almacenamiento de energía como un factor crítico para promover la adopción de energías renovables, destacando la importancia de las estrategias de almacenamiento para hacer frente a la intermitencia de las fuentes.
Domínguez concluye que «la transición energética en América Latina se encuentra en un momento crucial de evolución, como lo demuestran el informe. A medida que las empresas de la región muestran una inclinación cada vez mayor hacia fuentes de energía más sostenibles, destacando la importancia de la disponibilidad de energía para las operaciones y el enfoque en la eficiencia. A pesar de esa visión positiva, enfrenta desafíos considerables, desde barreras financieras hasta cuestiones regulatorias y una falta de claridad legislativa.”
Sin embargo, los desafíos identificados no oscurecen la visión optimista de las empresas, que ven como una oportunidad la transición hacia fuentes de energía sostenibles.